Emociones invisibles

Tenemos una “armadura”, física y mental. Pero también, tenemos unos miedos, somos vulnerables.

José Ángel Rubiño Díaz
Enfermero del Servicio de Urgencias de Adultos, Hospital Universitario Son Espases (HUSE), Palma de Mallorca, España

“En tiempos difíciles lo que no puede ver el resto del mundo, es necesario hacer saber que existe, al mismo tiempo ser valorado y respetado”

Llega un día inesperado,el 14 de marzo de 2020 donde la situación sanitaria en España es impensable, estamos ante un pandemia provocado por un agente biológico, un virus llamado SARS-CoV-2, causando la enfermedad por coronavirus (CoV) o COVID-19. Surge en la capital de Wuhan, de la provincia de Hubei (China) en diciembre de 2019. Fenómenos como la globalización, el capitalismo, la deforestación y la sobreexplotación de animales por el sector agroindustrial ocasionan causas de expansión del CoV, provocando un transmisión descontrolada y aumento de contagios entre las personas, dando lugar a una situación de estado de alarma sanitaria. Los diferentes países actúan de forma progresiva en función de los datos epidemiológicos, datos de contagios que aumentan de forma desmesurada cada momento que transcurre. Esto invade todos los países, es una repercusión mundial que paraliza al mundo, todas las personas confinadas en casa, el mundo entero trata de protegerse, para evitar más contagios y para evitar más muertes. Pero los profesionales de enfermería y el resto de profesiones sanitarios tenemos que seguir, nos hemos preparado durante años para cuidar y atender a las personas enfermas, no podemos renunciar ante esta situación. Para todos los profesionales sanitarios es impensable abandonar, hemos de afrontar, soportar y controlar esta situación. Es una responsabilidad y un compromiso para toda la vida.

En el contexto sanitario y en particular en el servicio de urgencias todo se adapta de forma repentina, de un día para otro, estableciendo nuevos flujos de trabajo y creando protocolos para trabajar de una forma efectiva y con seguridad. Pero no todo está con nosotros, los casos de contagio aumentan y aumentan, la transmisión es imparable, los contagios son abismales cada día, hemos de estar preparados para días inciertos de afrontar y ser fuertes ante los próximos días de incertidumbre e inestabilidad. No es perfecto todo lo que se hace y cómo se ha establecido, pero se ha actuado con buena predisposición. Los recursos y medios carecen, necesitamos protegernos para luchar y seguir. La capacidad y tesón de trabajo en equipo rompía barreras y mejoraba la atención a los pacientes.

Estamos en el hospital, en el servicio de urgencias donde las personas llegan con síntomas respiratorios, fiebre, sensación de falta de aire, tos, etc, pero además, pacientes que presentan miedo, algunos lo expresan, otros no tanto, pero sabemos que lo tienen, lo expresan sus rostros. Estamos en un escenario vulnerable, tratamos de abordar cada caso de la forma más coherente con los medios y recursos que tenemos a nuestro alcance. Tratamos de ayudar a los pacientes que lo necesitan priorizando sobre los que están peor, pero en ningún momento se abandona a nadie, todos son importantes para nosotros. Tenemos que ofrecer en esos momentos la mejor forma de ayudarles, mejorar su situación clínica y a que expresen sus emociones, tratamos de contener a cada paciente hasta tener controlado cada caso particular. Es el cuidado inteligente, adaptado a las necesidades particulares.

Los pacientes que pasan al área de atención sanitaria COVID-19, es donde empieza un trabajo en equipo encomiable formado por médicos/as, enfermeros/as, auxiliares de enfermería, celadores/as, administrativos/as, personal de limpieza, mantenimiento, gestión, etc., cada figura es imprescindible, todos estamos en la misma nave, hemos de creer en nosotros, pensar que podemos, que vamos a soportar, controlar y ganar a esta pandemia. Suponía la fuerza de continuar de forma coordinada y en consenso.

Pero qué pasa con las familias de los pacientes que se quedan ingresados. Se despiden a distancia, comunicándose con sus rostros cargados de emociones trasmitiendo admiración, fuerza y energía hacia sus queridos, saben que les esperarán en casa. Todos ellos confían en nosotros/as, en el personal sanitario, no hay tregua, no hay otra opción. Se trataba de entender y respetar a los familiares por encima de todo.

Y qué pasa con nosotros/as, con el personal sanitario. Tenemos una “armadura”, física y mental. Pero también, tenemos unos miedos, somos vulnerables. Esto se transforma cada día con el apoyo, el respeto y el trabajo en equipo. Estamos compartiendo emociones y sentimientos, donde muchas veces no hace falta expresar o exteriorizar entre nosotros/as porque con los gestos de apoyo, la forma de trabajo respetuosa y una mirada de fuerza tras la “armadura”, se trasmite protección, apoyo y energía para seguir con la jornada, terminar el día con un trabajo bien hecho. El apoyo y el autocuidado han sido las claves para continuar.

El mundo entero respeta y valora nuestro trabajo. Las personas desde sus casas nos apoyan, nos aplauden, nos cuidan y nos trasmiten mensajes de ánimo y fuerza para soportar y ganar cada día que pasa. Muchas gracias a todos y todas las personas que desde su hogares nos han cuidado y han sido héroes desde otra perspectiva. La responsabilidad de las personas es extraordinaria.

Pasamos de una situación catastrófica a un estado que progresivamente se ha ido controlando, el 21 de junio de 2020, tras un desconfinamiento en desescadala de forma progresiva y por fases, con medidas estratégicamente pensadas debido a que se ha contralado la trasmisión, se han parado los contagios. Vuelve la“nueva normalidad” y qué ocurre, la vidas de la personas vuelven a resurgir, las rutinas y la relaciones sociales, pero ya no es como antes. Algo ha ocurrido que ha generado una marca profunda en la sociedad en general, donde los patrones comportamientos son diferentes, la convivencia, las interacciones en los compañeros/as de trabajo y las relaciones sociales cambian, incluso nuestra forma de expresar las emociones y sentimientos. Se establecen un conjunto de normas que parecen quedarse para un largo tiempo. Normas basadas en la distancia social, higiene respiratoria, el lavado de manos frecuente, la reducción de los grupos de personas y el autoaislamiento, por tanto, un conjunto de medidas que ha de incorporarse a la prudencia, responsabilidad y honestidad de cada persona para cumplir con ellas. Indiscutiblemente, afectando a las reuniones de trabajo, la formación, la vuelta al cole, las celebraciones, acontecimientos vitales importantes, etc. El éxito de control de la pandemia recae sobre la responsabilidad de cada persona.

En el ámbito sanitario, también se ha generado una huella importante por una pandemia que ha provocado daños y pérdidas irreparables. Esta situación ha permitido crear nuevas normas y formas de trabajo con una protección más exhaustiva entre los profesionales sanitarios y pacientes. Pero sabemos que la nueva normalidad es indeterminada y variable.

 

Estamos a la expectativa de cómo la transmisión no se detiene y los contagios aumentan debido a brotes nuevos. Es una realidad con consecuencias fatales debido aactitudes inapropiadas. En este sentido, las personas deben hacer una reflexión y adquirir unas responsabilidades individual y grupal, una toma de conciencia que permita calar, que determinados comportamientos impropios e indignospueden desencadenar estados muy graves de salud y la muerte de personas vulnerables.

Finalmente, nos podemos hacer muchas preguntas a las cuáles ahora no tenemos respuesta y podemos elucubrar cual es la clave para un control óptimo, pero hemos de estar preparados/as para pensar y saber ya que lo siguiente que puede venir puede ser más temeroso y terrible que lo que hemos vivido en el pasado.

Cómo citar este documento
Rubiño Díaz, José Ángel. Emociones invisibles. Narrativas- Covid. Coviviendo [web en Ciberindex] 24 /09/2020. Disponible en: https://www.fundacionindex.com/fi/?page_id=1761

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