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San Juan de Dios, o la pasión por los enfermos

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Molina Valverde, Sandra. San Juan de Dios, o la pasión por los enfermos. Gomeres: salud, historia, cultura y pensamiento [blog]. 18/12/2016. Disponible en https://index-f.com/gomeres/?p=1780

Pastor, soldado y librero

Juan Ciudad Duarte, que pasaría a la historia como San Juan de Dios, nació en 1495 en Montemor-O-Novo, una próspera villa del Alentejo, en Portugal. Siendo niño un clérigo lo llevó a la villa de Oropesa (Toledo), donde vivió una parte de su juventud dedicándose al servicio de un noble, como pastor de su ganado. A sus veintidós años se alistó como soldado en el asedio de Fuenterrabía. Siendo expulsado del campo de batalla regresó a la casa donde h46148138_22616016abía vivido en Oropesa y allí pasó cuatro años, hasta que volvió a la guerra, en esta ocasión a Viena en la lucha contra los turcos.

Tras esta batalla regresó a la península ibérica, donde estuvo peregrinando durante un tiempo. Su siguiente destino fue Ceuta, allí trabajó en la construcción de la muralla de la ciudad y se ocupó de ayudar a una familia de exiliados portugueses con el sueldo que ganaba. A continuación se fue a Gibraltar, donde desempeñó diversos trabajos, y con sus ahorros compró libros y estampas religiosas para dedicarse a la venta ambulante. Más tarde decidió trabajar como librero en Granada, estableciéndose en un pequeño local cercano a Puerta Elvira.

Loco o iluminado

Juan de Ávila era uno de los predicadores más relevantes en Andalucía, y el librero decidió un día asistir a su sermón en la Ermita de los Mártires. A partir de este acontecimiento, Juan Ciudad experimentó un gran cambio en su actitud: salió de la ermita gritando, pidiendo misericordia, y se dirigió a su librería para destruir aquellos libros que no eran sagrados. Desde entonces, era visto por las calles con comportamientos extravagantes, mostrando arrepentimiento por las malas acciones que había cometido en su vida pasada, presentaba un aspecto muy descuidado, lo que dio lugar a que lo tomaran por loco, y como tal, fue ingresado en el Hospital Real.

Aquí fue víctima del maltrato que recibían los enfermos mentales en aquella época, pues eran atados, azotados y encerrados en celdas, esto se justificaba como lo adecuado para hacerles volver en sí. Dicha experiencia hizo que se revelara reclamando a los enfermeros que ofrecieran un trato humano a los enfermos, pero resultó en vano. Tuvo que aceptarlo sin otra alternativa, hasta que mejoró y dejaron de atarle y encerrarle en la celda, lo que aprovechó para cuidar a otros enfermos de forma amable y considerada.

Sintiéndose recuperado, Juan Ciudad optó por salir del hospital y encontrarse con Juan de Ávila. Aconsejado por este se marchó al Real Monasterio de Santa María de Guadalupe (Cáceres) para aprender sobre el cuidado de los enfermos, ya que en este lugar existía una relevante Escuela de Medicina, y el cuidado se basaba en técnicas científicas. Además, aquí se llevaba a cabo un cuidado caritativo.

Los primeros hospitales

Tras regresar a Granada, se dedicó recoger leña y a venderla para repartir lo que recaudaba entre los pobres que encontraba. Comenzó a plantearse dónde podría alojar a los pobres sin hogar cuando conoció al Señor Venegas, uno de los descendientes de una familia real nazarí que se convirtieron al cristianismo, y consiguió que este diese cobijo a los pobres (en la Casa de los Venegas, hoy conocida como la Casa de los Tiros).
Más adelante, con la ayuda de gente de buena posición económica, instituyó un hospital en la calle Lucena. Aquí se ocupaba de las tareas necesarias para el mantenimiento del hospital y el cuidado de los enfermos y pobres, así como de procurarles los recursos necesarios; salía a caminar con una capacha de esparto a pedir limosna gritando su célebre frase: “Hermanos, haceos el bien a vosotros mismos”. Así conseguía comida y dinero tanto para los necesitados del hospital como para cualquier pobre. Su concepción del cuidado contemplaba la atención individualizada y meticulosa de los enfermos, se encargaba de conversar con ellos para conocer cómo se sentían, qué necesitaban y reconfortarles.

Otras de las labores de Juan Ciudad fue prestar ayuda a las prostitutas para que se alejasen de ese tipo de vida, y encargarse de conseguir limosna para el enterramiento de los pobres. También logró convencer a un malhechor llamado Antón Martín para que abandonara su vida como proxeneta y desistiera de la idea de vengar la muerte de su hermano, asesinado por Pedro de Velasco. Antón Martín perdonó a Pedro, y tal fue la transformación de estos que acabaron encargándose junto a Juan Ciudad del cuidado de los necesitados. Por todas sus obras caritativas, Juan era llamado popularmente Juan de Dios, hasta que llegó a recibir oficialmente este nombramiento por el Obispo de Tuy.

El hospital de Gomeres

La cantidad de personas acogidas en el hospital creció enormemente, de modo que el espacio disponible en él fue insuficiente, a lo que Juan de Dios respondió estableciendo un hospital más grande y con mejores prestaciones que ofrecer a los pobres y enfermos. Se situaba en la Cuesta Gomeres y disponía de mejores recursos y terapias novedosas: camas individuales para enfermos, sala de pacientes infecciosos, técnicas de diagnóstico, usos de ungüentos, etc.

Ante la gran cantidad de costes que suponía el mantenimiento del hospital y la ayuda que prestaba a los necesitados, Juan de Dios tenía grandes deudas; esto le condujo hasta Valladolid para pedir limosna al Príncipe Felipe II, quien lo recibió y donó una aportación económica. También durante su estancia en Castilla pudo recaudar limosnas de personalidades de la nobleza, con lo que pudo solventar algunas deudas y afrontar ciertas necesidades.

Una de sus hazañas más conocidas fue la que ocurrió durante el incendió que se produjo en el Hospital Real. Cuando Juan de Dios vio la humareda que salía del hospital, fue hasta allí y entró en el lugar de las llamas para sacar a los enfermos, salvando a muchos. Afortunadamente, consiguió salir ileso.

Reconocimiento a su labor

Juan de Dios era una persona que se daba a los demás sin condición. Prueba de ello fue el acontecimiento en el que se involucró cuando se encontraba junto al río Genil y vio a un joven que se estaba ahogando, entonces se lanzó al agua para salvarlo, lamentablemente sin éxito. En consecuencia, padeció una pulmonía que le dejó en muy mal estado, y por ello decidió dejar en orden todas las deudas que tenía pendientes haciéndolas constar en dos libros.

La esposa de García de Pisa, Ana Osorio, convenció a Juan de Dios para que se hospedara en su casa y estuviera mejor atendido. En su estancia recibió la visita del Arzobispo, quien se comprometió a que la labor de ayuda a los necesitados seguiría adelante y se haría cargo de sus deudas. Juan de Dios pidió a Antón Martín que se ocupara del hospital y de cuidar a los necesitados. Su estado de salud empeoró hasta que murió el 8 de marzo de 1550. Recibió un entierro multitudinario en la Iglesia de la Victoria de Granada; hoy en día, sus restos se encuentran en la Basílica de San Juan de Dios.

En 1572, los compañeros de Juan de Dios que se encargaron junto a él de prestar sus servicios a pobres y enfermos, lograron que el Papa Pío V aprobara la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, que continúo funcionando con la filosofía de este y se extendió por otros continentes.

En 1630 fue beatificado por el Papa Urbano VII, y en 1690 canonizado por el Papa Alejandro VIII. Más tarde recibió nombramiento a nivel mundial como patrón de los enfermos y los hospitales por el Papa León XIII en 1886, así como el nombramiento de patrón de las enfermeras y personal sanitario y asociaciones sanitarias (Papa Pío XI, 1930). También fue reconocido como copatrono de la ciudad de Granada.

Fuentes bibliográficas

  • Amezcua, Manuel. Juan de Dios el Santo, el Iluminado, el Enfermero. Bol Inf CP Granada, 1994; 35:28-29.
  • De Castro, Francisco. Historia de la Vida y santas obras de San Juan de Dios y de la Institución de su Orden y principios de su Hospital, Edición facsímil, Córdoba, 1995.
  • De Mina, M. Visitar la Granada de San Juan de Dios. 1994
  • Gómez Moreno, M. Primicias históricas de San Juan de Dios. Reeditada, Granada, 2010.
  • Eseverri Chaverri, Cecilio. Juan de Dios, el hombre. Un acercamiento a la dimensión antropológica del personaje. Index de Enfermería, 1995; IV(14): 19-22.
  • García Pedraza, A. Una relación ignorada: Juan de Dios y los moriscos. Index de Enfermería, 1995; IV(14):23-26.
  • Hernández Torres, JJ. Vida de San Juan de Dios. Granada: Clave Granada Editorial, 2003.
  • Martín Casares, A. Cuidar descarriadas sanando su alma. Juan de Dios y las prostitutas granadinas del siglo XVI. Index de Enfermería, 1995; IV(14):27-30.
  • Martínez Gil, José Luis. Sobre el nacimiento y procedencia de San Juan de Dios y su obra. Hispania sacra, estudios de edad moderna, 2006; 58(117): 69-100.
  • Ventosa Esquinaldo, Francisco. Juan Ciudad, reflejos de la personalidad humana de un reformador. Index de Enfermería, 1995; IV(14): 15-18.
  • Ventosa Esquinaldo, Francisco. Pensamiento de San Juan de Dios y la Orden Hospitalaria y su relación con la Enfermería: Conceptos y valores. Granada: Ediciones Alsur, 2012.

Esta entrada ha sido realizada por alumnado de 1º B de Enfermería de la Universidad de Granada en el marco de la asignatura “Evolución Histórica de los Cuidados. Teorías y Modelos”, curso 2016-17.

Próximos itinerarios pedagógicos por la Granada Hospitalaria

Anunciamos las próximas visitas que vamos a realizar por la Granada Hospitalaria (la segunda de ellas ha variado de fecha)

ITINERARIO 1 El Hospital Real y la Biblioteca Universitaria
Fecha: 4 de diciembre de 2015
Punto de encuentro: zaguán de entrada del Hospital Real (sede del rectorado de la UGR, c/ Cuesta del Hospicio, detrás del Triunfo)
Hora: 12: 15 h

Itinerario 2 Tras los pasos de Juan de Dios y hospitales de patronato
Fecha: 15 de diciembre de 2015
Punto de encuentro: zaguán de entrada del Hospital de San Juan de Dios (calle San Juan de Dios, esquina con c/ Rector López Argüeta, no confundir con Hospital de San Rafael)
Hora: 15:30 h

Este segundo itinerario ha variado la fecha por motivos de organización, así pues no será el 9 sino el 15 de diciembre. Si alguien de los inscritos en el día 9 no puede hacerla en la nueva fecha debéis comunicarlo de manera urgente a vuestro profesor (mamezcuam@ugr.es) anulando la visita, de lo contrario se os considerará a efectos de selección.

Selección

Dado que las plazas son limitadas, y son muchas las solicitudes recibidas, será necesario realizar una selección que haremos siguiendo el estricto orden de inscripción y teniendo en cuenta el número de asistentes de cada grupo (también se procurará que pueda optarse al menos a una de las visitas programadas). Si un grupo no cubre las plazas asignadas, se distribuirán equitativamente en el resto de grupos.

Los alumnos que no hayan logrado entrar en una primera selección, quedarán como suplentes de su grupo para cubrir las posibles renuncias que se produzcan. Si finalmente hubiere suficientes alumnos para realizar nuevas visitas, intentaremos programarlas más adelante.

Los alumnos que aún no han realizado su inscripción, pueden hacerla enviando un correo  al prof. Amezcua (mamezcuam@ugr.es). El listado de admitidos de la primera visita se publicará el lunes 30 de noviembre por la mañana.

AVISO

Aquellos alumnos que por alguna circunstancia no pudieran acudir a la visita deberán comunicarlo a la mayor brevedad posible (mamezcuam@ugr.es) con el objeto de incorporar a suplentes.

Se ruega puntualidad. De cara a realizar la galería fotográfica correspondiente a la visita, os pedimos que os llevéis vuestras cámaras y realicéis fotografías a todo aquello que os llame la atención, pero procurando que también aparezcamos los visitantes, no solo los monumentos.

T4: Los cuidados de Enfermería en la Edad Moderna

Cómo citar esta entrada

Amezcua, Manuel. Los cuidados de Enfermería en la Edad Moderna. Gomeres: salud, historia, cultura y pensamiento [blog]. 16/10/2015. Disponible en https://index-f.com/gomeres/?p=458.

Diapositivas del profesor 

NOTA Los alumnos del CUESJD y de la UCAM deben descargar su propia versión de diapositivas desde el campus virtual del centro)

En este tema nos vamos a adentrar en la Época Áurea de la Enfermería, un periodo esplendoroso de la historia de nuestra profesión que se inicia tras el Concilio de Trento y que va a durar hasta la época de las desamortizaciones de los bienes de la Iglesia en las primeras décadas del siglo XIX. En este periodo se asentaron las bases de lo que hoy constituye la Enfermería como profesión, en dos vertientes: el ejercicio enfermero institucional instrumentalizado a través de las órdenes religiosas del cuarto voto de hospitalidad, y el arte de la enfermería a través de diferentes ejercicios liberales (cirujanos sangradores, comadronas, etc.) que estuvieron bajo el control del Protomedicato. Sin duda es una etapa no demasiado conocida, en cierto modo intencionadamente oscurecida, que pone de manifiesto hasta dónde puede llegar el cuidado enfermero cuando este se realiza con plena autonomía.

Comenzamos nuestro paseo por el pensamiento y la ciencia en la Edad Moderna

SANGRADORES FLEBOTOMIANOS ¿Te gustaría saber cómo eran estos profesionales en la Edad Moderna en Granada? Ver 1997-cc-sandradores

BIBIOTECAS Si los libros han sido siempre un objeto imprescindible para la transmisión del conocimiento y la cultura, con la llegada de la imprenta, se van a convertir en objeto de uso común entre la gente, atesorándose en magníficas bibliotecas como la Biblioteca Joanina, que aún se conserva en Coimbra (Portugal).

Gracias a las bibliotecas y los archivos de muchos hospitales y centros asistenciales, podemos conocer detalles muy precisos sobre cómo era la vida hospitalaria en tiempos pretéritos, sobre el mundo cotidiano de los enfermos y de los enfermeros. En el siguiente reportaje podemos adentrarnos en el tratamiento de los libros y documentos antiguos para que podamos utilizarlos en nuestros días con fines investigadores o divulgativos.


¿Te gustaría conocer un hospital de la Edad Moderna? Mira este que ha llegado a nuestros días en todo su esplendor, el Hotel-Dieu des Hospices de Beaune, Burgundy, France

Y ahora vamos a visitar uno de los hospitales barrocos más importantes de nuestro país, el Hospital de la Caridad de Sevilla, en un paseo interactivo en 3D.

SAN JUAN DE DIOS

Sin duda la figura más representativa del movimiento contrarreformista orientado a la asistencia del enfermo es Juan Ciudad Duarte, que fue elevado a los altares como San Juan de Dios. Su interés para la historia de la Enfermería hace que le prestemos un trato especial en este tema. Comencemos por conocer algunos rasgos de la vida del personaje:

Juan de Dios fue una figura muy popular en su época debido a su vida novelesca, dando lugar a algunas piezas literarias, tanto coetáneas como en épocas posteriores. También dio lugar a una película de Miguel Picazo, «El hombre que supo amar», estrenada en 1978, que tuvo una gran aceptación en su época. Si tienes tiempo, te recomiendo que la veas:

Si nos da tiempo, vamos a visualizar en clase un pasaje de este film, el que recoge el momento en que Juan Ciudad plantea a su protector y consejero Juan de Avila, su intención de formar un hospital y dedicarse al cuidado de los enfermos. VER

Interesante documental de TVE sobre El legado de Juan Ciudad

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Impresiones y noticias históricas en el Itinerario “Tras los pasos de Juan de Dios en Granada”

INSTITUCIONES Y PROFESIONALES

En la modernidad van a desarrollarse importantes instituciones relacionadas con la salud y sus profesionales, una de las que más impacto tuvieron fue el Real Protomedicato, encargado entre otros asuntos de examinar a los profesionales liberales para autorizar su ejercicio asistencial. Aquí encontraréis información muy completa sobre esta institución:

Campos Díez, María Soledad.El Real Tribunal del protomedicato castellano, siglos XIV-XIX. Univ de Castilla La Mancha, 1999 (Google eBook, VER).

Los barberos sangradores y los sangradores flebotomianos fueron quizá los profesionales más característicos de la práctica empírica de la medicina en la España Moderna. Su ejercicio estuvo asociado a la vigencia de una técnica delegada de la medicina, la sangría, que diera lugar a sesudos enfrentamientos entre partidarios y detractores de sus indicaciones y eficacia terapéutica. Los sangradores alcanzaron un cierto reconocimiento social, pero su práctica siempre estuvo condicionada por su posición ambigua entre los profesionales titulados (médicos y cirujanos latinos) y otros empíricos sin formación cuyos métodos traspasaban a menudo los límites de la superstición. Aquí tenéis un trabajo sobre los sangradores de Granada en nuestro periodo de estudio:

Amezcua M. “Barberos y Sangradores Flebotomianos en Granada: norma y sociedad en los siglos XVII y XVIII”. Cultura de los Cuidados (Alicante), 1997, I(1):31-36. (VER 1997-sangradores)

MANUALES ENFERMEROS

Sin duda la contribución más importante de la Enfermería moderna va a ser la publicación de una serie de manuales dirigidos a la formación de enfermeros y de otros profesionales liberales como matronas, cirujanos sangradores, etc. A continuación enlazamos algunas ediciones facsimilares de algunos de los más influyentes en su tiempo:

Instrucción de enfermeros para aplicar los remedios a todo género de enfermedades y acudir a muchos accidentes que sebrevienen en ausencia de médicos. Congregación de Bernardino de Obregón (Madrid), Andrés Fernández, Madrid: Imprenta Real, 1625. (VER)
Constituciones y Regla de la Mínima Congregación de los Hermanos Enfermeros Pobres. Bernardino de Obregón (Congregación de Bernardino de Obregón, Madrid). Madrid, 1689. (VER)
Nuevo thesoro de medicina y cirugía sacado de los aforismos de la caridad, según la práctica de muchos enfermeros capuchinos, assi españoles, como italianos, con varios y diversos secretos assi de medicina como de cirugía. En este segundo tomo. Por Fr. Gil de Villalon, religioso capuchino lego. Enfermero que ha sido en el Real Convento del Santísimo Cristo de la Paciencia y al presente en el de San Antonio de Capuchinos del Prado. Madrid, 1735. (VER)

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Noticias históricas del Hospital Real de Santa Fe (Granada)

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Noticias sobre el Hospital de San Juan de los Reyes de Montefrío (Granada)

Baza 1488-1489. Primer Hospital Militar fijo español

Noticias sobre el antiguo Hospital de Pobres de Illora (Granada)

Sobre el origen de Hermandades y Cofradías

La Sífilis

Sanguijuelas curativas, historia y usos actuales

Las Indulgencias

¿Quién se atreve a realizar una entrada sobre El Concilio de Trento y los enfermos, Bernardino de Obregón y los enfermeros de los pobres, Luisa de Marillac y las Hijas de la Caridad, Sangrías, u otro asunto relacionado con esta unidad temática?

Una visita al pueblo natal de San Juan de Dios en Portugal

Autor: Manuel Amezcua, profesor

Muy cerca de la ciudad de Lisboa, donde he pasado unos días estas navidades, se encuentra el pueblo de Montemor-o-Novo (Montemayor el Nuevo), que tiene la particularidad de ser el lugar de nacimiento de San Juan de Dios. Como hemos dedicado nuestras últimas visitas pedagógicas en Granada a este personaje, aproveché la oportunidad de pasar por allí y detenerme para conocer el lugar donde se encontraba la casa donde vivió su infancia Juan Ciudad, que hoy es una iglesia parroquial, la principal de la villa. Era una  mañana brumosa de finales de diciembre, poco proclive a la fotografía, pero aquí cuento mis impresiones sobre el lugar con una galería fotográfica de los lugares más singulares de este precioso pueblo portugués.

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Se llega a Montemor o Novo a través de la autopista que enlaza la ciudad de Badajoz con Lisboa, pasado Evora, a cuya demarcación pertenece este pueblo de unas cinco mil almas. Se encuentra en pleno corazón del Alentejo, una prolongación de Extremadura, donde abundan los vinos y las villas de fuerte sabor histórico, tan pobladas como sus verdes campos de alcornocales, que proveen la materia prima con la que los alentejamos transforman el corcho en las más increíbles artesanías. Montemor se asoma al horizonte coronada por un esbelto castillo moruno, en cuyos arrabales se desparrama el caserío, blanco como los pueblos andaluces, si no fuera por las robustas chimeneas con que son rematadas hasta las casas más humildes, según costumbre inmemorial del país.

Encontrar el Terreiro de San Joao de Deus no es difícil si pides al GPS que te coloque en el centro de la ciudad. Aparece de pronto, tras una sucesión de plazoletas y callejones empedrados, entre fachadas humedecidas por el invierno, en la soledad de una fría mañana que retiene a sus habitantes al cobijo de sus casas. La iglesia y lo que fuera antiguo convento-hospital ocupan todo un costado de la que es sin duda la plaza más grande del casco antiguo, flanqueada toda ella de nobles edificios. En el centro de la plaza se erige una escultura en bronce de San Juan de Dios, con su enfermo a cuestas, que parece vigilar con gesto trascendente a los que entran y salen de la iglesia.

Dicen que esta iglesia se edificó sobre el solar de la que fuera la casa natal de Joao Cidade, y se hizo en su honor cuando ya había llegado a Portugal su fama de santidad. Solo se puede visitar cuando hay misa, y su interior alberga una decoración barroca de gran mérito, con alusiones al santo y a la orden hospitalaria que se estableció en este lugar. Del convento-hospital quedan apenas algunos reflejos, pues cuando las desamortizaciones del siglo XIX fue suprimida la comunidad religiosa y sus bienes pasaron al Estado. Por ello hoy tiene la función de biblioteca municipal, y anteriormente la tuvo de juzgado y otras dependencias oficiales. La iglesia se salvó porque pasó a sustituir la función parroquial de la iglesia de Santa María do Bispo, en el castillo, por ello conserva la pila gótica donde fuera bautizado Juan de Dios.

El patrono de los enfermeros vivió en este lugar muy pocos años. Se cree que sus padres regentaban una posada, por lo que conocía a mucha gente que transitaba por la villa camino de la capital del reino. Dicen que no se llevaba bien con sus progenitores, por lo que un día, con solo ocho años de edad, se marchó sin decir nada con un clérigo que se alojó en su posada y que debió apiadarse del muchacho. Pasó a Castilla y el resto de la historia la conocemos bien: su infancia como pastor, su carrera militar, su llegada a Granada, su conversión y entrega al cuidado de los más pobres. También se dice que de regreso de su periplo como soldado pasó por Montemor a visitar a sus padres, pero decidió continuar su camino. No es mucho lo que se puede conocer de aquellos primeros años en el Alentejo, solo lo que nos hablen los venerables edificios. Uno de ellos que aún se conserva es la Casa da Misericordia, de exuberante portada manuelina, que ya existía junto a su casa natal, y en la que suponemos que el joven Joao entraría con frecuencia como objeto de curiosidad o juego. Quién sabe si la actividad que contempló en su interior sembró la semillita de lo que en su madurez convirtió en su gran obra: la protección y asistencia de los más desfavorecidos.

Merece la pena una visita a Montemor o Novo, aunque solo sea por conocer la autenticidad de sus ruas y largos sembrados de pequeños monumentos que su concejo ha sabido valorizar señalando con una placa explicativa sobre su historia y hazañas. Transitar por las mismas calles y empinadas cuestas, algo destartaladas ahora, que San Juan de Dios andorreó como niño, es una experiencia gratificante. Entrar en sus colmados y saborear sus quesos frescos, contemplar los ondulados horizontes alentejanos desde su imponente castillo, escuchar en sus gentes la musicalidad de las palabras que sin duda debió dejar rastro en el habla del loco de Granada. Si alguna vez camináis hacia Lisboa, haced una parada en Montemor o Novo, la tierra natal de Juan de Dios.

Una versión ampliada de esta entrada aparece publicada en 
Amezcua, Manuel. En Montemor-o-Novo, cuna del fundador de la enfermería moderna. Temperamentvm. 2019; 15:01-4. Disponible en: https://ciberindex.com/c/t/e42023

Nuevo paseo por la Granada hospitalaria de Juan de Dios

Autoras: Mª Trinidad Rodríguez Pérez y Aida Toro Ruiz, 1º A (2014/15)

La visita estuvo dirigida y diríamos que amenizada por el profesor D. Manuel Amezcua, ya que no solo nos relata la historia sino que además nos ameniza el recorrido con anécdotas de la época. Comenzamos en el zaguán y los patios del Hospital de S. Juan de Dios (S. J. de D.), que aunque aún sigue funcionando se encuentra en un estado deplorable. En las paredes se vislumbra que en otros tiempos habría bellas pinturas, ahora están todas retiradas para su restauración, solo se aprecia la parte de abajo en la cual aún se conservan bien los azulejos.

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El hospital contaba con tres patios, aunque ahora solo se pueden visitar dos ya que el tercero está habilitado para almacén y garaje.

Aunque al principio S. J. de D. comenzó su labor humanitaria llevando a los enfermos a las casas de sus bienhechores, pronto consiguió limosnas suficientes para poder alquilar una casa en la calle Lucena y montar allí su primer hospital.

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Crece su obra y en diez años más crea su segundo hospital en la cuesta de Gomérez.  Para llegar allí Juan de Dios ha de acarrear con los enfermos y superar grandes vicisitudes (el río, una gran cuesta).

Aprendimos que Juan de Dios era muy persuasivo, y que un día ante una persona que encontró muerta en la calle pidió ayuda a una autoridad y esta se la negó y él ni corto ni perezoso cogió el muerto y se lo dejó a la entrada de su casa y ante esta situación lo llamaron y consiguió el dinero del entierro y un poco más para su obra.

El recorrido está bañado de curiosidades. La torre de nuestra catedral está habitada por una familia de personas muy mayores. Originariamente eran los campaneros. Ahora las campanas se tocan pulsando un botón, pero aun así ellos continúan viviendo allí. Una enfermera va a hacer las visitas domiciliarias y ha de subir a lo alto sin ascensor, por tanto ha de subir muchísimas escaleras.

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La catedral es tan majestuosa porque en un principio fue concebida como panteón para que fuera enterrado el emperador Carlos I, pues este quería estar junto a la capilla de los Reyes católicos y sus hijos,  pero  cuando su hijo Felipe II construyo El Escorial  se lo  pensó y decidió que reposaría allí.

En cada rincón de Granada se podrían contar muchas historias de Juan de Dios pero llegado al Palacio Arzobispal, nos recreó las imágenes de Juan cuando después de haber estado en la prédica de Juan de Ávila y quedar transformado se vino a la Iglesia del Sagrario, que entonces era la mezquita transformada en catedral, y pasó tres días dentro y a partir de ahí empezó a hacer las cosas raras que ya le caracterizaron. El haciendo esas cosas y alentado por las voces de los  niños, que le dirían algo así: “tírate al agua, Juan tírate al agua”  y él cedía revolcándose en el charco, que veíamos frente a la Iglesia del Sagrario.

Aprendimos cómo algunos que no le querían se quejaron al Arzobispo Guerrero y éste le recriminó que iba a echar a perder su obra por acoger entre otros a prostitutas y Juan de Dios se puso de rodillas y le contestó que si eso era así, el primero que se tenía que ir era él. Porque él era el más indecente, y afirmó que para Dios no había clases, todo el mundo era igual (Juan de Dios se sentía el más indigno). Con estas palabras desarmó al Arzobispo y éste le dijo que continuara con su obra.

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La plaza de las Pasiegas en el siglo XIX (las pasiegas aparecen entre tenderetes ofreciendo su leche)

Nos explicó el porqué se llama la Plaza de las Pasiegas: vinieron unas mujeres del valle del Pas, de Cantabria, las pasiegas, que se las contrataban como amas de leche. Se dedicaban a dar leche a los niños de las familias ricas. Y también ofrecían sus servicios de forma mercenaria (cobrando dinero) a otras clases sociales, para ello se ponían en esta plaza, sentadas al sol y venían mujeres a requerir sus servicios. Le pagaban el dinero y las pasiegas les daban teta a los niños.

En la plaza Bib-Rambla Juan de Dios se ponía a vender haces de leña. Entonces era una plaza estilo castellano con soportales, en donde se celebraban, entre otras cosas, corridas de toros. En los pisos de arriba vivía gente pero tenían un trato con el ayuntamiento (tenían que ceder sus balcones para que se pudiera ver desde allí los toros. Esos sitios costaban un dinero que el ayuntamiento se encargaba de cobrar).

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Aprendimos el origen del nombre de la calle “Arco de las orejas”, Zacatín, Tundidores, y muchas más. En la calle Tundidores había una señora ya mayor y bien entrada en carnes  que tenía una tienda de ropa usada. Allí iba Juan de Dios con los niños “de 20 en 20” para vestirlos.

Pasamos por la entrada de la cuesta de Gomérez y nos explica que al final hay una puerta que se llama de las Granadas y un poquito antes una calle estrecha que es dónde estuvo situado el segundo hospital de Juan de Dios, y el esfuerzo tan grande que tenía que hacer para llevar a hombros los enfermos por la cuesta, hasta llegar al hospital.

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Terminamos la visita en la casa de los Pisa, que es el Museo de San Juan de Dios, en donde Don Manuel se encarga de buscarnos al mejor conocedor del edificio para que nos lo explique, que es su director Francisco Benavides.  Allí muere San Juan de Dios el 8 de marzo de 1550. La casa era propiedad de Doña Ana de Osorio, señores de Pisa. Cuando cae enfermo la señora Osorio se lo lleva a su casa para cuidarlo. La casa está llena de objetos que rebosan de historias. Don Francisco nos cuenta un poco sobre la institución de San Juan de Dios y sobre los tesoros que allí se guardan. Una institución que no está muerta sino que está en continua transformación por todas las partes del mundo. Nos muestra un documento, que Roma otorga al primer grupo de hermanos de San Juan de Dios en 1571.

Esto nos indica que su expansión fue muy rápida a pesar de que no contaba con mucho dinero. El éxito de la institución se debió a que en aquel momento la Iglesia se dedicaba a pensar en las cosas de arriba y apenas había nadie que estuviera por resolver problemas terrenales. La institución aportó una visión social pero desde dentro de la iglesia. Esto se refleja en una carta de que escribió y decía “Si supieras cuán grande es la misericordia de Dios, no dejaríais de hacer el bien”. Y a eso se dedicó durante lo que le quedó de vida.
Nos muestra el documento en el que San Juan de Dios fue nombrado patrón de los enfermos, por el Papa Pio XI, en Roma a 28 de agosto de 1930. También es patrón de los enfermeros y bomberos y se celebra el 8 de marzo.

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Vimos el libro que un hermano de San Juan de Dios, José Bueno y González, escribió y publicó en 1833 con el nombre de “Arte de la enfermería, para la asistencia teórico-práctica de los pobres enfermos que se acogen en los hospitales de la sagrada religión de nuestro padre San Juan de Dios”. Nos cuenta que se editaron dos volúmenes al mismo tiempo. El otro libro se refería a cuestiones espirituales. Esos libros los tenían guardados en los bolsillos y aunque tenían muchísimo trabajo los estudiaban entre tarea y tarea.

Y por último nos muestra la joya de la corona, el libro de registro de enfermos más antiguo que se conserva del hospital de S. Juan de Dios, “el tercer libro de registro de enfermos que se hizo en el hospital de S. J. de D. de 1566. Este libro se encuentra en la casa de los Pisa porque cuando los hermanos de S.J. de D. en la desamortización de Mendizábal salen del hospital, y el hospital se queda funcionando con personas laicas, todos sus documentos los guardaban en el edificio, en sus archivos. Hasta que se crearon los archivos históricos en las diputaciones y se llevaron allí todos los documentos. No hay constancia de porqué se llevó a la casa de Pisa pero allí está. Nos relata que en el libro se registra de los enfermos, el nombre, la fecha, las pertenencias (capa, calzas), el oficio (tundidores, espaderos, sombrerero), y si fallece le ponen una cruz. Las mujeres no se les menciona el oficio, todas son mujer de… La mujer era en esa época totalmente dependiente del hombre. También había esclavos de piel morena, aunque ya estaba abolida la esclavitud, ellos continuaron en la ciudad sirviendo a sus señores. Como curiosidad indicar que la media de edad de los enfermos era de 42 años y que de 702 enfermos solo aparecen 2 con 72 años. No aparecen los datos de su enfermedad porque no hay en esa época concepto de diagnóstico. Lo importante de este libro además de para la enfermería es que nos habla de la historia social de Granada.

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Visitamos la casa, que estaba llena de joyas tanto literarias como pictóricas, muebles de época, etc. La excursión fue inolvidable. No nos queda más que decir que darle las gracias al profesor D. Manuel Amezcua por haber dedicado la tarde del viernes a acompañarnos y hacernos revivir la historia de San Juan de Dios en Granada.

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Andando los pasos de San Juan de Dios en Granada: algunas reflexiones

Autor: Lauro Quesada Jiménez, 1ºB (2014/15)

En la fría tarde del jueves 28 de noviembre un grupo de alumnos nos disponíamos a las tres de la tarde  a emprender un recorrido que nos llevaría tras los pasos de una de las figuras más importantes que en cuanto a avances en el campo de salud se dieron hace ya más de quinientos años. Una de las figuras más importantes y a la vez de las más desconocidas. ¿Por qué? Tal vez sea alguno de esos caprichos que la historia nos “regala” de vez en cuando, o cualquier otra razón ni mucho menos justificada, más cuando indagamos un poco en la vida y el legado de este hombre.

El mejor método para saber por qué somos hoy lo que somos es la memoria, volver la vista siglos atrás y en un alarde de imaginación intentar comprender como seríamos hoy si aquello tan lejano en el tiempo (que no en el espacio) no hubiese sucedido.

De todos modos nosotros, estudiantes de primero de Enfermería que estrenábamos una facultad absolutamente moderna e innovadora (incompleta también, todo hay que decirlo) hace pocas semanas, aquel viernes gris acompañados por nuestro profesor, Don Manuel Amezcua nos disponíamos a introducirnos en las entrañas de aquella Granada vieja, medieval, que despertaba poco a poco de ese sueño largo del que nunca pareciera que iba a despertar mirando al futuro, con los ojos puestos en una modernidad que llevaba años llamando a la puerta.

Juan ciudad Duarte fue una de esas llamadas y las puertas de aquella Granada con ganas de progresar se abrieron para recibir a aquel hombre nacido en Portugal, que fue un trotamundos hasta que recaló en esta tierra, donde ejerce de vendedor de libros religiosos hasta que es encarcelado en el Hospital Real, al ser tratado de loco. Al salir del reclutamiento, su vocación le lleva a dedicar su vida a los más pobres: pide limosna, atiende los enfermos…

Con el tiempo se le van uniendo algunos compañeros y se comienza a gestar una orden hospitalaria que llega hasta nuestros días, que nació en Granada y tuvo y tiene su centro en esta tierra: la orden de San Juan de Dios. Juan de Dios muere el ocho de Marzo de 1550, víctima de una pulmonía tras intentar rescatar a un niño que se estaba ahogando en el rio Genil.

Pues bien, nuestro recorrido será guiado por los pasos de este hombre, llevándonos a conocer los lugares más emblemáticos de la Granada de San Juan de Dios, comenzando por el hospital que lleva su nombre, un proyecto que San Juan de Dios no llegó a ver terminado y que sería el culmen de su obra en la ciudad que  “sería su cruz”. Es una pena que un edificio tan importante se encuentre es las condiciones que pudimos verlo, dejado de la mano de Dios por las instituciones.

Nada más entrar pasamos a un gran patio de estilo renacentista con una fuente ricamente ornamentada en el centro a través del cual se distribuía todo el hospital. Después pasamos a otro patio de menores dimensiones y con una decoración más pobre y de un estilo más cercano al barroco. Este patio fue construido para ampliar el hospital que se estaba quedando pequeño. Cabe destacar la importancia de este edificio, tanto en su función como en su influencia, ya que el hospital de San Juan de Dios ha estado operativo durante siglos y su influencia a lo largo del tiempo ha sido enorme, tomándolo como modelo para construir hospitales por todo el mundo.

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Pero antes de construirse el hospital de San Juan de Dios, Juan Ciudad se dio cuenta de la necesidad de tener un lugar fijo donde poder atender de forma digna a sus enfermos. Por ello, antes de iniciarse este gran proyecto, San Juan de Dios no atendería a los pobres en la calle, sino que su vocación le llevaría a alquilar diversos locales por Granada como en la plaza de Bibarrambla, el local de la calle Lucena y el de la cuesta de Gomeres.  Sus pasos nos llevarían por las citadas calle Lucena y plaza de Bibarrambla hasta llegar a Plaza Nueva donde pudimos ver la cuesta de Gomeres (y casi imaginarnos a Juan Ciudad vestido con su sotana cargando enfermos a cuestas, subiendo por esa empinada calle que llega a los pies de la Alhambra).

Llegamos por ultimo al lugar donde murió San Juan de Dios, la casa de los Pisa. Y aquí sí, nada más entrar a este lugar se respira que estás entrando a un lugar especial. Aquí el alarde de imaginación al que hacíamos referencia antes se hace más llevadero ya que en el momento en el que cruzamos esa pequeña puerta de madera, pudimos notar como el paso de los siglos allí no había hecho tanta mella. Notábamos que estábamos en un lugar especial y lo confirmamos en el momento en que empezamos a descubrirlo, a desentrañarlo. El edificio estaba de nuevo articulado por un patio central a través del cual se distribuían todas las estancias.

Tuvimos el placer de descubrir un lugar donde se respiraba historia, un lugar que conservaba algunas obras de arte únicas y documentos que han resistido el paso de los años para llegar a nosotros y contarnos como era la vida hace quinientos años. Pudimos ver uno de esos documentos, recientemente restaurado: el  libro 3º de Registro de Hombres y Mujeres, de 1566-1567, en el que aparecían los nombres, apellidos, dirección  y pertenencías de todos los enfermos que eran atendidos.

Por último vimos la capacha con la que San Juan de Dios pedía limosna (por lo que a su grupo de seguidores se les conoció en los primeros años como los hermanos de la capacha), su primera pintura, su bastón y la habitación donde murió, de rodillas con un crucifijo entre las manos.

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Cuando tenemos la oportunidad de tener un contacto tan directo con estas obras de arte y estos documentos me vienen a la mente dos cosas: en primer lugar, el hecho extraordinario de que un libro débil, de papel apenas resistente, que parece que se rompe con solo dirigirle la mirada pueda sobrevivir quinientos años y “dejar tiradas por el camino” a decenas y decenas de generaciones; y en segundo lugar, me viene a la mente la necesidad de dejarle esas obras que nos hablan de como éramos  y de por qué somos lo que somos a las generaciones venideras en mejores condiciones de como los encontramos, para que ellos también puedan aprender y descubrir su propia identidad a través de la historia.

 

 

San Juan de Dios y su celda en el Hospital Real

Autores: Carmen Suarez Urquiza, Mariluz Jijón Carretero, Manuel Jesús Cardona Expósito, Daniel Castro Moral, Ana Isabel Campos Sánchez, 1º B (2014/15)

Vida de San Juan de Dios

Juan Ciudad Duarte nació en Montemor (Portugal) en 1495. Siendo aún un niño, se trasladó a Toledo, ejerciendo de pastor y otras labores del campo hasta los 27, cuando decidió enrolarse en las tropas españolas al mando del capitán de infantería Juan Ferruz que estaba a su vez al servicio del emperador Carlos I.

Su etapa como soldado fue para él una dura experiencia siendo salvado en el último momento de ser ahorcado, por lo que desde entonces Juan Ciudad vivió como aventurero incansable en permanente búsqueda de una vocación desconocida hasta el momento. De regreso volvió a ejercer de pastor en tierras de Sevilla desde donde se desplazó hasta Ceuta para trabajar como peón en la construcción de sus murallas. Poco después regresó a Andalucía y comenzó a recorrer los caminos desde Algeciras a Granada como vendedor ambulante de libros de distintos géneros. Una vez en Granada montó una pequeña tienda de libros en la calle Elvira.

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A Juan de Dios le gustaba escuchar predicar al maestro y predicador Juan de Ávila en la ermita de los mártires, fueron sus predicaciones las que le hicieron pensar y encontrar su verdadera vocación que era la de prestarse a los demás, sobre todo a aquellos que menos tenían.

Esta experiencia le hizo confrontar su vida, los años perdidos, el vacío interior, y sintió tan profundo arrepentimiento que con abundantes lágrimas y grandes muestras de dolor recorrió las calles de la ciudad gritando sus muchos pecados , deseos de penitencia y criticando a los ricos y poderosos de esa época que no hacían nada por los más desfavorecidos hasta el punto de que algunas personas compadeciéndose de él y otras incomodas por sus palabras lo consideraron enfermo mental y lo condujeron al Hospital Real, que se usaba como manicomio en el año 1540 aproximadamente.

Juan de Dios fue conducido a una pequeña celda de apenas dos metros cuadrados con un pequeño ventanuco y le pusieron un cepo inmovilizándole manos y cabeza. Allí estuvo aproximadamente un año en esa celda donde el tiempo que pasó le hizo reflexionar sobre las condiciones en las que se encontraban los enfermos de su época, en los que enfermos de diferentes patologías estaban en la misma estancia. Según parece Juan de Dios consiguió salir del Hospital Real gracias a que San Juan de Ávila intercedió por él para sacarlo de allí.

Tras su salida del hospital empieza a crear pequeños hospitales en diferentes casas particulares de Granada (como el que estaba en la cuesta Gomeres) donde aloja principalmente a enfermos pobres y a la vez que va creando estos pequeños hospitales va acogiendo a varios seguidores, que luego fundarían la orden hospitalaria de San Juan de Dios.

San Juan de Dios no solo se conformaba con fundar hospitales y darse a los demás prestando un servicio sanitario sino que en todo lo que él podía ayudar se implicaba, un ejemplo de esto es la causa de su muerte, se dice que San Juan de Dios vio como un niño se estaba ahogando en el rio Genil y sin pensárselo dos veces se tiró al agua para salvarlo con la mala suerte que enfermó de pulmonía y murió.

Hospital Real y la celda sanjuanista

Recién reconquistada Granada por los Reyes Católicos solo existía un hospital en la ciudad y era musulmán, hospital cristiano como tal no había, tan solo existía un hospital de campaña cerca de la Alhambra por lo que los Reyes Católicos mandan construir en 1492 el Hospital Real, el cual fue construido sobre un antiguo cementerio musulmán. Este hospital se fundó principalmente para asistir a enfermos con bubas y sífilis y a los pocos años de su funcionamiento se comenzó a alojar a los inocentes (enfermos con patologías psiquiátricas, locos). Un dato curioso a destacar es que a medida que se iba construyendo se iban ocupando las habitaciones.

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Desde su construcción el Hospital Real ha sufrido diferentes incendios, en uno de ellos cabe destacar la acción de San Juan de Dios ya que él al haber estado en este hospital como enfermo conocía la estructura del hospital real y cómo estaba distribuido, por lo que tuvo la capacidad y la valentía de adentrarse dentro del hospital y entre las llamas ir salvando a muchas de las personas que estaban encerradas y a punto de morir, sacrificándose a sí mismo y teniendo como resultado numerosas quemaduras por todo el cuerpo. Este hecho ha provocado que una de las imágenes con las que se representa a San Juan de Dios sea la del santo con un hombre en brazos.

El Hospital Real tras la Guerra Civil deja de ser manicomio y pasa a ser el hospital de Maternidad dependiente de la Diputación. Es en los años sesenta cuando se queda casi vacío y por lo que es cedido a la universidad que tenía problemas de espacio y es en 1980 cuando el Rectorado se traslada al Hospital Real.

La única celda que se conserva en el Hospital Real es la celda de San Juan de Dios, ya que la Orden de San Juan de Dios toma este lugar como lugar de peregrinación y hacen por conservarla.

Para hacer un homenaje a la figura de San Juan de Dios, se decidió que en la celda se pusieran todos los libros que hablan de él, su vida, la Orden hospitalaria, sus obras, sus actos… formando así lo que se conoce como biblioteca Sanjuanista, donde no solo encontramos libros en español sino que nos los podemos encontrar en otros idiomas como portugués (lengua materna de San Juan de Dios).

Impresiones y noticias históricas en el Itinerario «Tras los pasos de Juan de Dios en Granada»

Autora: Irene Roldán Cubillas, 1ºA (2014/15)

En la fría tarde del 28 de Noviembre de 2014, nos dispusimos a conocer un poco más acerca de la vida de Juan Ciudad, más conocido como San Juan de Dios, y para ello seguimos sus pasos por Granada.

Empezamos narrando su vida

Nacido en Montemor-O-Novo, Portugal en 1495 ejerció como pastor. Juan entró en la milicia y participó en varias batallas de Carlos V. En una de las campañas le pusieron a cuidar un depósito y, como el enemigo logró saquearlo, le condenaron a la horca. Juan se encomendó a la Virgen María y le perdonaron la vida. Dejó la vida militar pero en ella aprendió a ser disciplinado y sufrido.

Se dedicó entonces a vendedor ambulante de libros y estampas religiosas. Abre una pequeña librería en la Puerta de Elvira. La librería le permite entrar en contacto con la literatura de tipo devocional y religioso. En una ocasión, con su cargamento de libros, llegó a un ameno lugar de la ciudad donde había una fuente, y pudo ver al Niño Jesús que sostenía una granada en la mano, coronada de una cruz, quien le dijo antes de desaparecer: «Juan Ciudad, Granada será tu cruz». Esta leyenda cuenta el origen del escudo de la Orden de San Juan de Dios.

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Azulejo sevillano en el patio principal del Hospital San Juan de Dios

Es aquí en Granada donde una fresca mañana de enero de 1539, se encuentra predicando el maestro Juan de Ávila, apóstol de Andalucía, a donde acude Juan, que empieza a proferir gritos desaforados, pidiendo perdón a Dios, da volteretas, llora… la gente se burla de él y lo tachan de loco. Tras esto, lo llevan como un loco, a que ingrese en el Hospital Real a la sección de psiquiatría, que tras un tiempo muestra cordura, sensatez y buen juicio.

Siendo como era gran observador, su talento natural lo llevó a descubrir allí mismo el inmenso mundo de la enfermedad y su entorno. Pero, ¿qué le ocurrió en este drama? Las palabras de Juan de Ávila empujaron a que descubriera de un modo súbito y emocional, lo mucho que Dios lo había amado y tener 44 años y no haberlo descubierto antes. El pobre era su vocación, y lloraba de dolor y de amor.

A partir de esta experiencia de gracia y sufrimiento, Juan Ciudad se prometió a sí mismo fundar su propio hospital donde poder tratar a los enfermos con el respeto y cariño que se merecen. Se dirige en peregrinación al santuario de la Virgen de Guadalupe en Extremadura. Allí madura su propósito y a los pies de la Virgen promete entregarse a los pobres, a los enfermos y a todos los desfavorecidos del mundo.

Ya en Granada, comprendió que no era suficiente cuidar a los enfermos en la intemperie, sino acogerlos en lugares cerrados. Y así empezó alquilando pequeños pisos en la plaza de Bibarrambla, y es cuando alquila un local en la calle Lucena, que pudiera ya considerarse como su primer albergue/hospital.

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Fachada en la C/Lucena, del primer hospital de San Juan De Dios

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Pintura de López Vázquez de la misma fachada

Más tarde se desplaza hacia la cuesta de Gomérez, siendo un hospital más evolucionado. Sus obras se multiplican y crece el número de sus discípulos -entre los cuales destaca Antón Martín, creador del Hospital de la Orden en Madrid llamado de Nuestra Señora del Amor de Dios- y se sientan las bases de su obra a través del tiempo. Pronto crece su fama por Granada, y el obispo le pone el nombre de Juan de Dios.

Que San Juan de Dios años más tarde se convirtiera en patrono de los Bomberos, se remonta al incendio del Hospital Real, el día 3 de Julio de 1549, a las 11 de la mañana, en el que parecía un ser incombustible, un ser ‘ileso entre las llamas’. Y es que con mucho afán, cerciorándose de que no quedaba ningún enfermo entre las llamas, socorrió a todos ellos. Un hombre que ardió en amor divino ‘para que nadie en torno suyo pereciera de frío’.

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Manuel Gómez-Moreno González (1880). Museo de Bellas Artes de Granada

Por su obra también se le adjudicó ser patrono de todos los Hospitales y de todos los Enfermos, de todas las Enfermeras, Personal Sanitario y Asociaciones.

A últimos de febrero de 1550, con los deshielos de Sierra Nevada, le dijeron a Juan de Dios que el Río Genil bajaba imponente, lleno de troncos. El joven que le acompañaba para recoger los troncos, no se sabe cómo, cayó al agua. Juan se arrojó rápidamente para salvarlo. Hizo todo lo que pudo. Llegó al hospital chorreando, no se sabía si eran lágrimas o agua…

Una bienhechora, Ana Osorio, esposa de García de Pisa, lo trasladó a su casa, la casa de los Pisa. Pocos días después, Juan se levantó de la cama donde guardaba reposo, se puso el hábito, tomó el crucifijo con las manos, se arrodilló, y expiró. Era la madrugada del 8 de Marzo de 1555.

El Hospital

No llegó a ver terminado el hospital que tanto tenía pensado para dar cobijo a más enfermos si cabe. Cuando Juan Ciudad muere ya se habían construido “dos cuartos” y parte del tercero del edificio. Años después, se realiza el traslado de los enfermos desde el hospital de la Cuesta de Gomérez.

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Segundo Claustro

Durante siglos, el hospital se dedicó a dar acogida a pobres y enfermos, además de servir como lugar de formación de centenares de hermanos hospitalarios. En el siglo XVI, el edificio contaba con 6 salas de enfermería y 25 camas, era atendido por 25 religiosos y el Superior, y la ayuda de una treintena de colaboradores.

El valor arquitectónico más relevante del edificio se sitúa simétrico al eje que marca la escalera principal o de carroza, cubierta por una armadura policromada de estilo mudéjar. El claustro principal está formado por 30 columnas de mármol gris. El centro está ocupado por una fuente con un pilar poligonal y dos tazas de mármol blanco sobre el que aparece el emblema de la Orden, es decir, la granada coronada por la cruz.

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Primer clausto

El segundo claustro, proyectado en el siglo XVIII, consta de 25 pilares y su centro está presidido por una fuente más sencilla y también coronado por el emblema de la Orden en hierro forjado.

En 1835, los religiosos de San Juan de Dios se ven obligados a abandonar el Hospital como consecuencia de la Desamortización de Mendizábal, que ordena la supresión de los conventos religiosos, por lo que la Orden quedó prácticamente extinguida en España. Tras la vuelta de la Orden a España no se han dejado de hacer gestiones para recuperar este importante patrimonio cultural, asistencial y religioso, para lo cual han contado con la ayuda de la Asociación de Amigos de San Juan de Dios, con el fin exclusivo de realizar actividades encaminadas a la devolución o cesión del Hospital a la Orden.

Casa-Museo de los Pisa

La Casa de los Pisa, donde murió, nos deja ver lo que permanece de Juan de Dios, algunos de sus objetos y los objetos más relevantes de su Orden. Entre ellos se encuentra la capacha con la que podemos pensar que iba y venía para ayudar a sus enfermos, o con la que cogía leña para calentarlos.

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Y también el libro 3º de Registro de Hombres y Mujeres, de 1566-1567, que ingresaban en el Hospital San Juan de Dios, con los nombres, apellidos y oficios, y las mujeres con los apellidos de sus maridos.

Magnífico itinerario el de ayer al que invito a mis compañeros a asistir y conocer más de la vida de San Juan de Dios.

Fuentes

-Casa de los Pisa. Archivo-Museo de San Juan de Dios. Web oficial https://www.museosanjuandedios.es/
-Hospital San Juan de Dios (Granada). Disponible en https://www.sanjuandedios-oh.es/?q=hospital-san-juan-de-dios-granada
-Novella, Braulio (O.H.). S. Juan de Dios, testigo de amor a los más pobres. Folleto divulgativo editado por la O.H. de San Juan de Dios. S/l, s/a.