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En un lugar de los Entredichos de Noalejo

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Isabel Ahumada Gendra. El pasado 13 de diciembre de 2024, UniRadio, la emisora de la Universidad de Jaén, emitió en directo una entrevista de una hora de duración dentro del programa «Redescubriendo Historias Giennenses», dirigido por Plácido Carlos Caballero Miranda. En esta ocasión, el protagonista fue Manuel Amezcua Martínez, Cronista Oficial de Noalejo, quien ofreció un recorrido fascinante por la historia y la cultura de este emblemático pueblo de la provincia de Jaén. En la presentación del invitado, el presentador destacó la amplia trayectoria profesional de Manuel Amezcua, tanto en los servicios sanitarios como en la universidad, siendo en la actualidad catedrático de la UCAM y profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada.

La entrevista comenzó con una introducción a la situación geográfica de Noalejo, un municipio ubicado entre la comarca de Mágina y los Montes Orientales de Granada. Esta posición estratégica, en la frontera entre Jaén y Granada, ha definido gran parte de su historia y tradiciones. A lo largo de los siglos, la localidad ha sido escenario de intercambios comerciales, disputas territoriales y procesos culturales únicos, resultado de la mezcla de influencias entre ambas provincias.

Manuel detalló cómo la geografía de Noalejo, con un paisaje de contrastes dominado por montes y barbechos, ha dado lugar a una toponimia cargada de simbolismo. Lugares como la «Cañada del Oso» y el «Portillo de los Azores» son ejemplos de los rastros históricos que aún perviven en la memoria colectiva.

El cronista repasó los orígenes de Noalejo, desde los vestigios de la Prehistoria y la Edad Antigua hasta su transformación en un enclave estratégico durante la Edad Media. Destacó la relevancia de las pinturas rupestres en Navalcán y los restos romanos que vinculan a Noalejo con la mansión Viniolis, mencionada en el Itinerario Antonino.

Durante la Edad Moderna, la figura de Mencía de Salcedo, fundadora de Noalejo, cobró protagonismo. Amezcua relató cómo esta mujer visionaria impulsó la creación del municipio y su parroquia, convirtiéndola en un eje económico y espiritual para la comunidad. Además, subrayó los continuos conflictos territoriales y pleitos legales que marcaron esta etapa, reflejo de la compleja relación entre los concejos de Granada y Jaén.

Noalejo posee un rico patrimonio cultural y natural. Entre los monumentos destacados se encuentran la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, que alberga dos réplicsa de la Sábana Santa de Turín, conservadas en la parroquia, que presentó como un tesoro singular con un gran potencial turístico. En cuanto al patrimonio inmaterial, Manuel hizo un emotivo repaso por las tradiciones y festividades locales, como la Feria Real «Villa de Noalejo», las procesiones de Semana Santa y la Fiesta de la Virgen de Belén con sus encierros de toros. También destacó platos típicos de su gastronomía, como los «gitajos «, las migas matanceras o las tortas de «pringá», que reflejan la esencia cultural del municipio.

Otro aspecto tratado fue el fenómeno del curanderismo, muy arraigado en la comarca, y el impacto de la emigración masiva en las décadas de 1950 a 1970, que transformó la vida social y económica de Noalejo. Manuel destacó cómo las generaciones que emigraron mantuvieron vivos los lazos con su tierra natal, llevándose consigo tradiciones y creencias.

La entrevista concluyó con una invitación a explorar los paisajes naturales de Noalejo, desde Navalcán hasta la Torre del Gallarín, donde los visitantes pueden disfrutar de rutas de senderismo únicas. Además, Manuel recomendó algunas publicaciones para quienes deseen profundizar en la historia del municipio, incluyendo sus propios libros y los trabajos realizados en diversas Jornadas de Historia que se han desarrollado en los últimos años en el municipio.

A lo largo de esta apasionante conversación, Manuel Amezcua mostró por qué Noalejo es mucho más que un pequeño pueblo andaluz. Con una herencia histórica rica y un patrimonio cultural vibrante, Noalejo invita a redescubrir su historia, que combina tradición y modernidad en un entorno único. Esta entrevista se convierte en un testimonio vivo de la importancia de preservar y divulgar el legado cultural de los pueblos, recordándonos que cada rincón de nuestra geografía tiene historias que merecen ser contadas.

Pregonando las fiestas de mi pueblo

pregon2Este año he tenido el gran honor de haber sido elegido por el Excmo. Ayuntamiento de Cabra del Santo Cristo (Jaén) para pronunciar el pregón de las fiestas patronales. Se trata del pueblo donde tengo mi segunda casa y donde paso una gran parte del año, retirado en las soledades de Mágina para pensar y escribir.

Se trata de un rincón privilegiado que animo a visitar, pues es uno de esos reductos de la felicidad que aún se resisten a ser estorbados por la vorágine de nuestro tiempo.

Fueron palabras sacadas desde lo más profundo de mi alma que lancé al viento desde el balcón del ayuntamiento, y debieron rebotar en la vecina torre de la iglesia, pues las campanas se pusieron a voltear.

A las 8 de la tarde, como marca el reloj, de una tarde soleada de agosto, entre gentes de buena voluntad.

La primera vez que vine a Cabrilla, lo hice en el ejercicio de mi insigne cargo de monaguillo, acompañando al cura de mi pueblo en una soleada tarde de primavera para asistirle en la misa del domingo. El seiscientos del párroco aparcó en esta misma plaza, un hervidero de gente que discurría como si tal cosa entre unos vetustos edificios que me dejaron anonadado, ¡qué grande me pareció todo! Hasta la iglesia se me antojaba más catedral que parroquia. Don Pedro el cura tuvo que llamarme más de una vez la atención, pues su monaguillo andaba más atento a los resplandores del rutilante retablo del Cristo de Burgos que a la liturgia de la misa.

No me decepcionó la Cabrilla que conocí, en relación a la que había soñado, aunque no hubiese barcos en lontananza, sino más montes y más sierras, encrespadas como olas de un mar embravecido, paralizadas en el horizonte como una de esas imágenes estereoscópicas de Cerdá.

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