Palabras del Dr. Manuel Amezcua, Presidente de la Fundación Index, a los estudiantes de Enfermería de la Universidad de Santo Tomás de Chile en el Día Internacional de la Enfermera en 2020
Este año estamos celebrando el Día Internacional de la Enfermera en un contexto muy especial: cuando una pandemia de coronavirus atenaza a la ciudadanía de nuestros países y nos obliga a pensar la atención en salud en términos que no habíamos vivido desde hace un siglo. Por ello, ante la amable invitación que vuestros profesores me han hecho para que os dirija unas palabras, lo primero que quiero deciros es que estéis tranquilos y tengáis confianza: tenemos una profesión lo suficientemente evolucionada como para hacer frente a los desafíos más importantes que puedan presentarse. Y el abordaje de una epidemia lo es sin duda.
En un gesto, diría que premonitorio, la OMS había declarado 2020 como el Año Internacional de las Enfermeras. Y las enfermeras estamos celebrando nuestro año haciendo como nunca lo que más sabemos y para lo que hemos sido preparadas: el cuidado de las personas. Hoy hay probablemente millones de colegas movilizadas en el mundo para atender a los ciudadanos afectados por la epidemia. Nuestros servicios de salud no estaban suficientemente preparados para acoger a tantos enfermos a la vez. Pero aunque haya momentos en que hemos carecido de los medios más esenciales para protegernos y proteger a las personas de nuestro entorno, no hemos cejado en la lucha.
En nuestro año, estamos mostrando una vez más a los ciudadanos nuestra capacidad de adaptación ante los momentos de mayor adversidad: sea intensificando nuestros horarios ante la falta de personal, rediseñando nuestros protocolos de trabajo, inventando dispositivos de protección, facilitando la comunicación de los pacientes con sus familias confinadas en casa.
Somos conscientes que muchas enfermeras se están contagiando en acto de servicio. No pocas se han dejado la vida y nos unimos al dolor de sus familias y compañeras. Pero no por ello borramos nuestra sonrisa. Ahora que la indumentaria de protección nos limita el lenguaje de los gestos, es nuestra mirada la que infunde esperanza a los pacientes que cuidamos, y nuestra palabra, probablemente la herramienta de cuidado más poderosa que poseemos las enfermeras y enfermeros.
También conmemoramos este año el bicentenario de FN, la reformadora de la enfermería contemporánea. Ella puso a prueba su visión de la enfermería en escenarios de guerra y epidemias, y nos legó el modelo educativo en el que os estáis formando. Si hoy se encontrase entre nosotros estoy seguro que os hablaría de la gran responsabilidad que tenéis como estudiantes de Enfermería. Que os forméis sólidamente para afrontar con seguridad los enormes desafíos que vais a tener que superar en el futuro. Porque os necesitamos, representáis la esperanza para mucha gente que confía en vuestras destrezas para practicar un cuidado tan efectivo como humano.
Seguro que os diría que no esperéis a obtener vuestro título universitario, porque desde este momento estamos comprometidos con el apoyo de las personas de nuestro entorno. La palabra, recordadlo. Pensad que en estos tiempos de confusión, el consejo certero de una enfermera salvará muchas vidas.
Y también os diría que no dejéis nunca de cultivar el conocimiento, porque es el conocimiento enfermero el legado que nuestra profesión entrega a la humanidad. La sociedad nos ha encomendado la salvaguarda de uno de los bienes más preciados y uno de los derechos fundamentales del ser humano: la salud.
Pues trabajemos todos unidos, cada cual desde el cometido que nos ha tocado desempeñar, para que la salud reine lo antes posible en nuestra ciudadanía.
Me gustaría por último transmitiros todo mi ánimo y solidaridad.
Ojalá que nos encontremos pronto.
Dr. Manuel Amezcua