Cómo lo hice

En esta sección comparto información complementaria sobre los reportajes periodísticos que publico bajo el título genérico de ALCOR DE ENTREDICHOS.

ALCOR DE ENTREDICHOS I

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Un viaje a los orígenes vascos de Mencía de Salcedo, la fundadora de Noalejo

Realicé el viaje a las Encartaciones de Vizcaya en octubre de 2024, en unos desapacibles días que no quisieron mostrar los rayos del sol, lo cual se aprecia en la escasa luminosidad de las fotografías que ilustran el reportaje. Mi cuartel general fue un amigable hotel situado en un antiguo convento de Balmaseda.

Todos los datos que se aportan en el artículo sobre la figura de Mencía de Salcedo y de sus padres Juan de Salcedo y Juana de Santa Cruz son inéditos y proceden del trabajo de investigación histórica que vengo realizando desde hace décadas en diferentes archivos de España y Portugal. En realidad son una síntesis de una información mucho más densa que forma parte de una monografía sobre la fundadora de Noalejo que verá la luz en 2025, con motivo de la conmemoración del 450 aniversario de su muerte. Con ella y con otros artículos que se publicarán en esta serie espero restituir la verdadera imagen histórica de Mencía de Salcedo, que últimamente está siendo tan injustamente distorsionada con aditamentos ideológicos de lo más disparatado.

Otras recreaciones que aparecen en el reportaje son fruto del encuentro con el entorno y lo que este suscitaba en mi imaginación. En cambio sí existió mi cicerone de Santa Cruz, que contó la historia del palacio, aunque rebautizado como Antón en homenaje a Antonio de Trueba (Antón el de los Cantares), el escritor decimonónico que escribió más extensamente la historia del obispo y la cerda. El episodio de la misa de San Miguel fue cierto, pero la historia del rebollo y la mesa del concejo fue narrada por José Sarachaga Sainz. Muy útil me resultaron los datos sobre señoríos de Vizcaya proporcionados por el prof. Arsenio Dacosta.

Por lo demás, el lector podrá imaginar la emoción de este viajero cuando transitaba las mismas veredas y caseríos que cinco siglos antes pisaron los abuelos y los padres de Mencía de Salcedo siendo niños, contemplar los solares de sus respectivas familias en aquellos valles tan remotos, tocar las piedras gastadas que todavía lucen las armas de sus antepasados, tal vez con la misma emoción que ellos las tocaron antes de abandonar las Encartaciones para aposentarse definitivamente en las cámaras itinerantes de sus majestades.

En las Encartaciones no hay rastro de la presencia de Mencía de Salcedo, como algunos erróneamente se han atrevido a celebrar sin ningún fundamento histórico. Lo que sí permanecen son sus genes culturales, que con tanto orgullo mantienen los actuales salcedanos. Espero haber logrado desvelarlos con este artículo.