¿Cómo pensaba Juan de Dios el cuidado de enfermería y qué practicas terapéuticas utilizaba?

Amezcua, Manuel. La noción de cuidado y prácticas terapéuticas de Juan de Dios: su influencia en el modelo de la hospitalidad. Almansor 2024; 3(6): 11-32.

En la historia de la enfermería, hay figuras cuyo legado trasciende generaciones. Es el caso de Juan de Dios, un hombre cuya dedicación y humanidad inspiraron el modelo de enfermería de la hospitalidad y el cuidado integral de los más necesitados en la España del Antiguo Régimen. Su obra no solo revolucionó la asistencia hospitalaria de su tiempo, sino que sus principios siguen vigentes hoy, como una inspiración para el cuidado en la enfermería de nuestro tiempo.

Este artículo recoge los resultados de un estudio que presenté un año antes en Montemor-o-Novo (Portugal), el pueblo natal de Juan de Dios, con motivo de un congreso de la Sociedad Portuguesa de Historia de la Enfermería dedicado a su figura, al que fui invitado. Ahora ve la luz en la revista de cultura del municipio, que ha autorizado su difusión.

Con este estudio me propuse explorar y analizar el impacto de Juan de Dios en el modelo de enfermería de la hospitalidad, que emergió en la España del Antiguo Régimen. A través de un análisis de fuentes primarias, como sus cartas, primera biografía y otros documentos históricos, intenté desentrañar cómo Juan de Dios concebía y practicaba el cuidado, no solo en su dimensión física, sino también en su aspecto espiritual, proporcionando una atención integral a los enfermos. Mi pretensión era reconstruir la génesis de la noción de hospitalidad, a la vez que identificar los recursos y procedimientos que utilizaba para procurar el cuidado. Y lo hacía desde el convencimiento de que el modelo de hospitalidad de juandediano hunde sus raíces en el humanismo cristiano.

Juan de Dios encontró en Granada el lugar donde podía expresar su vocación de ayuda a los más desfavorecidos. En sus cartas, dirigidas a colaboradores y amigos, expresaba sus preocupaciones por la falta de recursos y compartía reflexiones espirituales que alimentaban su misión. Estas cartas nos revelan su profunda espiritualidad y su inquebrantable compromiso con el bienestar de los demás.

Un doble análisis del texto, sintáctico y semántico, me permitió decodificar el marco conceptual del modelo de la hospitalidad tal como fue concebido por su inspirador, que más tarde ilustrarán con hechos concretos sus biógrafos y testigos de su buena fama.

Para Juan de Dios, la hospitalidad no era solo un acto de caridad, sino un principio fundamental que debía guiar toda labor de cuidado. Su visión no se limitaba a atender las necesidades físicas, también incluía la dimensión espiritual de cada persona. En su modelo de cuidado, los enfermos eran atendidos en cuerpo y alma, como un todo indivisible. La “salud del cuerpo y del alma” era su ideal, y alcanzar este equilibrio era, para él, una forma de restaurar la dignidad de aquellos que, por su situación de pobreza o enfermedad, eran socialmente vulnerables.

En su discurso, Juan de Dios trataba la necesidad como el núcleo de su idea de cuidado. Para él, la satisfacción de las necesidades físicas y espirituales era esencial para que la persona pudiera superar su fragilidad y vivir con dignidad. Al cuidar el cuerpo, veía el instrumento necesario para servir al otro; al cuidar el alma, ayudaba a las personas a encontrar paz y esperanza. Esta visión trascendía la simple atención a la enfermedad y se adentraba en la confortación espiritual, algo que para él era tan importante como el alivio del dolor físico.

El esquema del modelo de hospitalidad de Juan de Dios, que represento en la figura adjunta, sintetiza su enfoque de cuidado integral mediante tres grupos de virtudes que han de guiar la práctica hospitalaria:

Voluntad de servir: Este aspecto resalta el compromiso con el cuidado de los más desfavorecidos, expresado a través de virtudes como la alegría, la diligencia y la dedicación. Es una disposición a atender al otro con entusiasmo y esfuerzo genuino.

Buen hacer: Se refiere a la competencia y habilidad necesarias para ofrecer una ayuda efectiva y de calidad. Incluye valores como la generosidad, la paciencia, la previsión y la sabiduría, lo cual garantiza un cuidado bien ejecutado.

Honestidad: Este pilar subraya la actitud ética y desinteresada del cuidador, reflejada en virtudes como la humildad, el respeto y el compromiso ético. La honestidad permite que el cuidado sea auténtico y sin esperar recompensa.

Estas virtudes configuran un modelo de hospitalidad que enfatiza la dignidad y el respeto hacia el paciente, integrando la atención física y espiritual.

Los recursos terapéuticos

Juan de Dios abordaba el cuidado desde cuatro elementos fundamentales:

Su propio cuerpo: Muchas veces utilizaba su propio cuerpo para ayudar. En numerosas ocasiones, cargaba enfermos sobre sus hombros, llegando incluso a llevar dos a la vez. Este acto representaba no solo su fortaleza física, sino su voluntad de sacrificio y cercanía con los necesitados.

Objetos cotidianos: En un contexto de escasez, sus recursos terapéuticos se limitaban a lo que tenía a mano. Usaba desde aceite de candil hasta tierra, productos comunes que aplicaba con gran habilidad para curar heridas y aliviar dolencias.

La palabra: Juan de Dios era un orador apasionado. Sus palabras de consuelo, sus consejos y oraciones servían para aliviar el sufrimiento emocional de los pacientes y les ofrecían esperanza. Su discurso era también una herramienta de motivación para aquellos que ayudaban en su obra.

El hospital: Fundó su propio hospital en Granada, un espacio que reflejaba su visión de la hospitalidad. Allí, recibía a personas de todas las condiciones, sin importar la naturaleza de su enfermedad o su situación social. Para él, la igualdad en la atención era fundamental para devolver la dignidad a cada paciente.

El modelo de hospitalidad de Juan de Dios se convirtió en una referencia que trascendió su época. Fue reconocido como el fundador de una nueva forma de cuidar a los más vulnerables. Sus principios, centrados en el cuidado integral del cuerpo y el alma, perduraron durante siglos y aún hoy inspiran a la enfermería moderna a adoptar una perspectiva más humana y compasiva.

La historia y el legado de Juan de Dios nos recuerdan que el cuidado integral de las personas no es solo una cuestión de salud física, sino también de atención a sus necesidades emocionales y espirituales. En un mundo donde la tecnología avanza, este enfoque de hospitalidad sigue siendo esencial para lograr un cuidado verdaderamente humanizado.

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