El pasado 29 de junio de 2023 participé en la Jornada de actualización sobre atención en salud mental a la población inmigrante, organizada por el Hospital universitario Infanta Cristina de Madrid, con la ponencia «Antropología de los cuidados: Tiempo y espacio en el afrontamiento de la enfermedad», en una mesa moderada por Cristina del Álamo Jiménez, y junto a Laura Moreno, también ponente.
Tal como se me había solicitado centré mi intervención en revisar el proceso en que la Enfermería se ha hecho sensible al movimiento de la transculturalidad y, como en otras ocasiones anteriores, utilicé como ejemplo el caso de Guillermo y su «dolorcillo». Recorriendo el itinerario terapéutico seguido por el paciente crónico, me permitió reflexionar sobre el interrogante ¿Qué supone para la Enfermería un abordaje del cuidado desde la perspectiva de la cultura?
La mirada de algunos antropólogos de la salud franceses, me sirvió de base para problematizar los conflictos y convergencias entre los dos polos que están presentes en la práctica asistencial cotidiana y que necesariamente ha de condicionar la praxis enfermera: la “enfermedad en tercera persona”, que alude al conocimiento objetivo de la biomedicina y de los valores que la sustentan, y la “enfermedad en primera persona”, que se refiere al estudio de la subjetividad del paciente a la hora de interpretar el proceso del enfermar, así como de la subjetividad del sanador o del cuidador.
La diferenciación que hago entre enfermo-objeto y paciente-persona no es más que otra estrategia para desafiar la concepción cartesiana del ser humano que ha caracterizado a nuestro sistema médico y aún le caracteriza en su desarrollo práctico, por un lado, el cuerpo que adquiere el significado de objeto averiado, y por otro la mente que es negada para evitar afectaciones indeseables. De esta forma, el dolor es a la vez una sensación (algia) y una emoción (sufrimiento).
Tras un breve escarceo lingüístico sobre las palabras utilizadas para nombrar la enfermedad e ideas que le son afines, reflexiono sobre la taxonomía anglosajona que desde la antropología de la salud se utiliza para vertebrar el concepto de enfermedad desde la mirada de la cultura:
–Disease, que es lo que entendemos por Patología, aquella de la que se ocupan los médicos, que alude al mal funcionamiento del sistema fisiológico, su diagnóstico y su tratamiento. El disease es la aprehensión biomédica de la enfermedad, fundada sobre un conocimiento objetivo de los síntomas físicos de la enfermedad, que implica por parte de la práctica médica de una ocultación o, por lo menos, una relegación al último plano de lo existencial y de lo social.
–Illness hace referencia al padecimiento como la experiencia cultural, interpersonal y personal (subjetiva) de la enfermedad. Se refiere a los problemas que la enfermedad produce al enfermo o incapacitado y a su familia. El padecimiento es más preocupante para la mayoría de las personas que la propia patología, ya que esta supone a menudo la iniciación en una terminología y una materia que le son extrañas y por lo tanto no tienen más remedio que delegar en los profesionales.
-El Sickness o malestar se refiere a la dimensión simbólico-social de la enfermedad. Implica la presencia de ideologías en torno a la enfermedad, que llegan a generar estigmas, y ha de utilizarse para designar el proceso de socialización del disease y del illness, permitiendo analizar los discursos, los comportamientos y las prácticas sociales ante la enfermedad.
Posteriormente reflexiono sobre el abordaje desde la Antropología del Cuidado, que considero necesario para configurar una visión transcultural del cuidado donde la dimensión tiempo y espacio determinan el continuum asistencial de cada paciente y por tanto los cuidados que él y su familia van a necesitar.
En el caso del itinerario asistencial de Guillermo, apreciamos un primer tiempo (el cuidado de aproximación) donde emerge un problema de salud que se intenta resolver en su ámbito doméstico mediante cuidados familiares; le sigue un segundo tiempo (el cuidado institucional) que se activa cuando se formula un diagnóstico médico y que en su fase aguda va a suponer un incremento de la atención médica y el concurso de una pluralidad de profesionales y procedimientos asistenciales dentro de las instituciones de salud; para desembocar en un tercer tiempo (trabajar el afrontamiento) donde el paciente va a ser devuelto a su entorno familiar, en el que debe aprender a ser otra persona y a afrontar el estigma derivado de su condición de invalidez y de dependencia. Un continuum que se nos muestra como sándwich: un tiempo institucional entre dos momentos de incremento de las relaciones interpersonales.
También podemos problematizar sobre los espacios por los que discurre el itinerario asistencial de Guillermo: el espacio de la enfermedad (disease), dominado por los discursos biomédicos, donde el qué tiene intenta resolverse a través de los saberes carismáticos ejercen su influencia; un espacio del padecimiento, que acompaña al paciente como su sombra, y que intenta responder al qué siente, para lo cual se precisa adquirir competencias para la observación, la escucha, la comunicación y en general la comprensión de la subjetividad; y un espacio del malestar que intenta comprender el qué vive, donde se precisa un conocimiento profundo del universo simbólico del paciente, de los significados que emergen en su mundo social.
Finalmente aporto algunos de los nombres más señeros que han contribuido a situar a la Enfermería Transcultural en el panorama de la ciencia, para terminar compartiendo alguna bibliografía recomendada.
Cómo citar este documento
Amezcua, Manuel. Antropología de los cuidados: Tiempo y espacio en el afrontamiento de la enfermedad. Gomeres [sitio web], 2023. Disponible en https://www.fundacionindex.com/gomeres/?p=3404.