El desafío de la consulta de familia en tiempos de COVID-19

“Ante la cotidianidad nunca se tiene el saber absoluto”

Roberto Joel Tirado Reyes
Instituto Mexicano del Seguro Social, Ciudad de México, México.

El trabajo que desempeña el enfermero de familia en el instituto mexicano del seguro social (IMSS) es considerado la piedra angular en la adopción de estilos de vida saludables y la valoración familiar, ya que es al interior de la misma donde se gestan y surgen crisis normativas, para normativas que inestabilidad la estructura y dinámica familiar. Algo importante que considero relevante comentar es que la consulta de enfermería de familia dentro de las instituciones de primer nivel de atención en México, es una práctica de reciente creación; de hecho he de comentar que el IMSS, la ha implementado desde 2009, a través del modelo de medicina de familia; el cual centra sus funciones sustantivas en la promoción de la salud, valoración del estado nutricional, higiene bucal, prevención de enfermedades mediante la administración de biológicos, detección de enfermedades crónico degenerativas, salud sexual y productiva, prevención, lesiones, adicciones en los diferentes grupos etarios, niño, adolescentes, adulto hombre, mujer, adulto mayor.

Y es precisamente que laborando en estos escenarios clínicos y comunitarios, es que surge mi experiencia con la pandemia del COVID-19; en un día normal previo a la pandemia como enfermeros de familia, la rutina inicia con la sanitización del consultorio, preparación del termo con biológicos, surtimiento de material e insumos necesarios para la consulta como electrolitos orales, vitaminas, preservativos, cepillos dentales, jeringas, torundas alcoholadas etc. Posterior a esto en colaboración con la asistente medica se agenda a los pacientes en un sistema electrónico o expediente clínico e inicia la consulta, pasando a los sujetos de cuidado al consultorio, para iniciar la atención de enfermería; en un primer momento presentándonos por nuestro nombre y lanzando la pregunta generadora de ¿cuál es el motivo de la consulta? una vez que se conoce el propósito de la consulta se realiza la somatometría, toma y registro de signos vitales, valoración de los mismos a fin de detectar alguna alteración y proceder a establecer un plan terapéutico no farmacológico, como la orientación de estilos de vida saludable, para posteriormente enfocarnos en la resolución del propósito que origino la consulta, lo cual puede o no incluir la revisión de la cartilla de salud para registro de parámetros e identificar si la persona requiere de alguna intervención como aplicación de biológico o alguna detección de papanicolaou, revisión de mamas, mastografía, detección de VIH SIDA, hepatitis, glucosa, colesterol, monitoreo del embarazo de bajo riesgo etc.

Hasta este punto todo pareciera que todos los procesos pueden desarrollarse sin ningún problema, sin embargo para el desarrollo de estos procedimientos es necesario el invadir el denominado espacio vital del paciente, lo cual implica tocar al paciente y exponerse a estornudos, exhalaciones, tos, estar en contacto con algunos fluidos, lo cual en tiempos de pandemia suponía todo un reto, puesto que en un inicio de la pandemia se señalaba que el virus podía no solo trasmitirse por vía aérea, sino que también el trabajador de la salud podía contagiarse a través de la mucosa ocular si no usaba protectores oculares, o bien ser un fómite que trasportaba el virus a otros compañeros o llevarse en virus en la ropa a casa y enfermar a la familia.

Por lo que, lo que se consideraba un proceso de bajo riesgo donde el enfermero de familia trabajaba con pacientes no complicados, ahora se convertía en todo un reto dado que siempre estaba la duda de si ese paciente era un positivo a covid-19 sin síntomas pero con la capacidad de contagiar a todo el que estuviera a su alrededor; esto último género en los enfermeros de familia un estrés y ansiedad colectivo puesto que nadie se sentía seguro en su área de trabajo; otra condicionante que agravaba lo antes mencionado era el hecho de que, ante los jefes o directivos, el trabajo de los enfermeros de familia para ese tiempo se consideraba de bajo riesgo y se limitaba el equipo de protección para desarrollo de la jornada laboral, pues se consideraba que los protectores oculares, mascarillas N95 solo eran para áreas donde se atendía a pacientes en los hospitales con diagnóstico de covid-19. Sin embargo la realidad mostraba que un número importante de usuarios de los servicios de salud en el primer nivel de atención, omitía señalar algunos síntomas con el propósito de que no se les cancelara la consulta de familia y se les enviara a la consulta donde estaban los pacientes con sintomatología respiratoria. Recuerdo ver en la cara de los compañeros el temor, la desesperación y por momentos negarse a abrir el consultorio para atender a las personas que demandaban sus servicios en los consultorios de enfermería de familia; recuerdo que para ese tiempo como resultado del estrés y ansiedad de los enfermeros, los directivos ofrecían bonificaciones especiales para quienes voluntariamente sirvieran en áreas covid, pues la falta de personal era muy notoria, recuerdo también las expresiones de compañeros con necesidades económicas, que por momentos se decidían a trabajar en áreas covid y a los días renunciar por el estrés que vivían.

Sin embargo la pandemia fue avanzando y el conocimiento del manejo de los síntomas, lo cual infundio seguridad en muchos de nosotros para no desistir de hacer nuestro trabajo y siempre mantenernos positivos; recuerdo que uno de los dilemas que enfrente fue el hecho de que yo era enfermero de familia y docente, por lo que a cada momento me cuestionaba y me decía a mí mismo; no puedo estar enseñando a estudiantes de enfermería sobre la pandemia y sus cuidados y al mismo tiempo vivir en temor; por lo que un grupo de compañeros y un servidor nos hicimos fuertes y tomamos la decisión de ser voluntarios en la consulta de enfermos covid, además de participar de forma voluntaria en brigadas de salud que aplicaba la vacuna en un inicio a adultos mayores y posteriormente a la población en general.

En lo personal, la pandemia me mostró la razón de ser de nuestra profesión, que es el cuidado y el comprender a plenitud el eslogan de la facultad de que me formo, el cual dice SACRIFICIUM ABSQUE GLORIA, el cual muchas veces leí, durante mi formación pero nunca fue tan real en mi vida como enfermero. En ámbito del equipo de trabajo me mostró que tengo compañeros, con alto sentido humanístico, comprometidos con su trabajo, y entregados a la profesión. A nivel educativo, académico, pude comprender el contexto de la teoría de Patricia Bener, que establece que todos los enfermeros podemos llegar a cierto grado de expertis, sin embrago la práctica es dinámica, las situaciones de cuidados se modifican y esto nos puede llevar a ser novatos; por lo que es necesario, siempre tener la disposición para la adquisición de nuevas competencias en nuestro quehacer profesional y nunca dar por sentado que se tiene el conocimiento absoluto en lo que hacemos aunque se trate de situaciones cotidianas de la práctica.

Cómo citar este documento

Tirado Reyes, Roberto Joel. El desafío de la consulta de familia en tiempos de COVID-19. Narrativas-COVID. Coviviendo [web en Ciberindex]  20/09/2022. Disponible en: https://www.fundacionindex.com/fi/?page_id=2414

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