“Yo cuido que uses tus medidas de protección y tu me cuidas a mi”
Reyes Juárez Cecilia
Enfermera. Hospital Infantil de México.
Cada que me toca salir de vacaciones del hospital donde laboro desde hace 22 años en el turno nocturno, siempre considero que pasan cosas significativas en mi vida … Como aquella tarde, donde desde casa recibí un mensaje de texto en el celular para infórmame que una de mis compañeras de servicio había salido positiva a COVID-19, recuerdo que eran principios de abril del 2020 y la pandemia ya estaba llegando a la Ciudad de México, por lo que, ella era de los primeros casos que se presentaban en el personal de enfermería de la institución y a pesar de que aún no nos habíamos enfrentado a un caso positivo con los pacientes pediátricos, creo que como en todos lados, la incertidumbre y el miedo a una enfermedad nueva y la mortalidad de la que se hablaba nos tomó por sorpresa.
El uso de cubrebocas apenas se empezaba a generalizar y de manera obligatoria en todos los sitios y servicios hospitalarios, aun estábamos en duda si ¿usar cubrebocas de triple capa? ¿Cubrebocas de alta eficiencia? Si llegáramos a tener un paciente positivo ¿Cómo teníamos que actuar? ¿Quién atendería a los pacientes? ¿Qué medidas de seguridad se requerían? Para ese momento no contábamos con la información necesaria solo con lo que veíamos en las noticias y lo que encontrábamos en los primeros artículos que hablaban sobre el tema, inclusive la misma institución de salud no tenia claridad en la atención de nuestros pacientes con ese virus. La institución hospitalaria y ante una falta de planeación para ese momento, lo que optaron por realizar fue: enviar a cuarentena a todo el personal que de cierta manera estuvo en contacto con mi compañera, sin considerar otros aspectos estratégicos que también afectaban a la organización del servicio. Algunos de mis compañeros de las guardias nocturnas por su parte me enviaban mensajes manifestando temor, angustia ante la percepción de que la institución no les bridaba apoyo u orientación sobre su situación laboral.
Empezó el temor a contagiar a sus padres, hijos, pareja, incertidumbre a lo que pasaría en los siguientes días, ¿serian positivos?, los síntomas que estaban presentando como cefalea, ansiedad, palpitaciones ¿eran parte de los síntomas de COVID? estar monitorizando su oxigenación con un saturómetro portátil y la toma de temperatura axilar fue parte de la cotidianidad de los siguientes días en casa. Dada la confianza que me habían tenido al comentarme su situación, recordando que en ese momento incluso se estigmatizaba a las personas que salieran positivas a COVID-19 ( como si fuera culpa de uno), desde casa estuve buscando apoyo psicológico como primera alternativa para la contención de sus emociones y temores antes de saber si realmente estaban infectados. Empecé a realizar llamadas a compañeros psicólogos que al conocer la situación brindaron su apoyo por medio de consultas telefónicas y en varios casos pudieron intervenir de manera favorable. Regresé de mi semana de vacaciones al servicio, con la zozobra de no contar con nadie de mi equipo de trabajo, cuestión que manifesté y por fortuna una compañera del turno matutino pudo cambiarse de turno temporalmente y estar conmigo en el cuidado de los pacientes. Para ese momento el servicio ya estaba en boca de todo el hospital, por los pasillos, en el vestidor, en el área de comedor de personal, me cuestionaban ¿ que donde se encontraban mis compañeros de servicio? Yo optaba por decir – están de vacaciones, ya pronto regresan – Por gestiones particulares, dos compañeros pudieron realizarse la prueba de antígenos y su angustia termino al darles el resultado de – prueba negativa – y nuevamente, pero en esta ocasión con alegría me enviaron un mensaje de texto dándome su resultado.
Una vez conocido los resultados pudieron regresar al servicio con mucho entusiasmo. Por su parte mi compañera que había sido el caso positivo se sentía con culpa pensando que había infectado a otras personas, me llamaba por teléfono y manifestaba su sentir, y aunque por fortuna su sintomatología fue leve, cumplió su cuarentena en casa y regreso al servicio, todos hablamos con ella y le manifestamos nuestro apoyo y aunque debo confesar que seguíamos con temor porque aún desconocíamos muchos aspectos de este virus, todos hicimos un pacto de cuidarnos entre nosotros.
¿Qué aprendimos de toda esta situación? Todas las situaciones nos deben dejar un aprendizaje, el temor a los contagios que se percibía al inicio no debe afectar las relaciones laborales, si alguno llegara a infectarse no es culpa de nadie. El centro laboral y los cargos estratégicos (Dirección, supervisión, gestores de enfermería) deben contar con un plan de acción cuando se presenten estas situaciones. Particularmente saber que cuento con un equipo de trabajo en el que se pueda confiar y que no solo nos veamos como compañeros en el hospital, si no como amigos que estamos para apoyarnos me da mucha satisfacción. Otro aprendizaje fue que; ante el temor todos reaccionamos de diferente manera, pero siempre debemos tener empatía antes esas situaciones inesperadas. Todos aprendimos a cuidarnos , nuestro lema es “ Yo cuido que uses tus medidas de protección y tu me cuidas a mi” ¡Felices próximas vacaciones!
Cómo citar este documento