
“Estoy segura que fue en esos momentos cuando me di cuenta realmente del verdadero valor de la enfermería”
Esperanza Trigo Alcedo
Enfermera. Planta de hospitalización COVID-19, Hospital Universitario Puerta del Mar, Cádiz.
No sé bien cómo empezar a escribir todo lo que se me pasa en estos momentos por la cabeza, no sé qué palabras son las apropiadas, qué argumentos son los exactos, o qué vivencias son las más relevantes a destacar. Solo puedo contar mi historia, la historia de una chica de 24 años que, contando con tan solo dos semanas de experiencia laboral, comenzó en este caos llamado COVID-19.
Al graduarte, lo primero que se te viene a la cabeza son miedos, inseguridades e incertidumbres pero, a la vez, ilusión, motivación y alegría por comenzar a desarrollarte dentro del mundo laboral como enfermera, esa profesión que has estado labrando durante cuatro años con tanto esfuerzo y sacrificio. Lo que nunca se me pudo pasar por la cabeza fue el comienzo de esta batalla contra algo desconocido.
Esta guerra en la que el enemigo puede ser cualquier abrazo, beso, caricia o susurro, una lucha que, estoy segura, cambió nuestras vidas para siempre. “Queda decretado el Estado de Alarma en todo nuestro país, España, durante 15 días” catorce palabras que quedaron resumidas en más de dos meses en los que nuestra única libertad era pasear sin miedo por los pasillos de nuestras casas, nuestro momento de respiro era notar ese viento rozar nuestras mejillas asomados por la ventana, o en el mejor de los casos, una terraza, y donde el único contacto con nuestros seres queridos, familias, amigos o pareja, tenía que ser a través de una pantalla digital. He de decir que, al escuchar estas palabras, no tuve miedo. No sabía qué pasaría ni hacia dónde nos llevaría todo lo que estaba ocurriendo. Solo quedaba esperar y ver cómo se iban desarrollando los acontecimientos. Una llamada entrante, ese fue el comienzo de todo. Creo que solo los sanitarios podemos comprender esa sensación de miedo y angustia cuando nos llaman de hospitalización para un contrato.
La incertidumbre de dónde será, qué turnos llevaré, si estaré a gusto, si me ayudarán en lo que necesite, y muchos más etc. Cuando parecía que todo se estaba calmando, “la curva está bajando”, o eso decían, recibí esa llamada. Aceptando ese contrato ofertado, me embarqué en una de las experiencias más duras que creo tendré nunca, y, a la vez, una de las vivencias más enriquecedoras profesional y personalmente hablando. Aprendizaje y constancia, creo que son las dos palabras que describe a la enfermería en su totalidad. Son dos conceptos que siempre han estado ligados a esta rama sanitaria, pero que, en medio de esta pandemia, se han acentuado. Nos han permitido abrir los ojos y darnos cuenta de la importancia de muchas cosas que antes pasaban desapercibidas o estaban sumergidas en la monotonía diaria. El primer día de trabajo llegó y la verdad, no sé bien cómo explicar esa sensación que me recorría por el cuerpo nada más sonar el despertador.
Por un lado, ganas y motivación, serían los adjetivos más acertados, por ayudar y cuidar de aquellas personas que, sabía, lo estaban pasando mal en medio de esta locura. Sin embargo, por otro lado, no podía evitar sentir miedo de enfrentarme a algo que veía, era demasiado grande para la experiencia laboral que poseía. Tenía miedo, sí, por mi propia seguridad y por la de mis seres queridos. Es complicado expresar lo que sentí de verdad cuando entré por un pasillo en el que sólo podía ver “empapaderas” en las puertas de las habitaciones, “mesillas” para aislamientos a cada lado de las puertas, tarros de desinfectantes por todos lados…Nada igual a lo que yo recordaba de un hospital en mi época estudiantil.
Unos pasillos llenos de gente, de familiares, charlas, risas y también llantos. Nunca me imaginé que llegaría a ver una y otra y otra planta con esta misma dinámica por todo el hospital. La primera vez que me puse un EPI fue un desastre. Doble mascarilla, pantalla, doble gorro, triple guante, bata, patucos, una infinidad de medidas que debía aprender cómo colocar y quitar a la perfección en un solo día. Poco a poco, este aprendizaje fue mejorando, hasta convertirse en una rutina, a formar parte del día a día. Silencio, temor, y también, responsabilidad, era lo que percibía cuando entraba dentro de cada una de las habitaciones de aquellos pacientes. Sin embargo, he de añadir que también, alegría, podía ver cómo se reflejaba la emoción en sus ojos al vernos aparecer por la puerta ya que sabían que, por fin, venía alguien a hacerles algo de compañía, aunque solo fuese por un momento. Nos contaban cómo se encontraban, cómo se sentían, si necesitaban algo, qué añoraban…Estoy segura que fue en esos momentos cuando me di cuenta realmente del verdadero valor de la enfermería.
Es muy duro ver cómo familiares no pueden pasar a visitar a sus seres queridos, cómo los propios pacientes te ruegan que dejes pasar a sus hijos para solamente decirle un “hola” y no poder hacer nada por su seguridad y la de todos. Nadie te enseña en una carrera cómo debes actuar ante situaciones semejantes, a cómo debes enfrentarte a todo aquello que era desconocido y fuera de lo normal. Este 2020 ha sido un año en el que se me quedaron grabados para siempre fechas como “14 de Marzo”, palabras como “Fase 1, fase 2, fase 3…”, sonidos como esos aplausos a las ocho en punto asomados en la ventana, o sonrisas reflejadas a través de los ojos que se esconden debajo de una mascarilla. No sé cuánto tiempo quedará o cuánto más durará esta pesadilla de la que todos queremos despertar algún día, lo que sé es que, gracias a todo lo vivido en estos meses atrás he podido crecer como persona y hacerme una mejor profesional junto con todos mis compañeros.
He aprendido el verdadero significado de la empatía, de la responsabilidad, el verdadero significa de cuidar, de la enfermería. Escrito por una chica de tan sólo 24 años, que intenta plasmar todos sus miedos, vivencias e inseguridades en un trozo de papel para así poder ayudar a otras personas que, como yo, no saben cuándo acabará esto pero estoy segura, tendrá un fin pronto.
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