¿Pandemia?

“Igual el ver que este virus nos puede afectar a cualquier persona y que, para contenerlo necesitamos estar juntos, es lo que justifica que lo llamemos pandemia (reunión del pueblo)”

María Isabel Quintana Jambrina.
Unidad de Innovación, Complexo Hospitalario Universitario de Ourense, España

¿Pandemia? ( Del gr. πανδημία pandēmía ‘reunión del pueblo’)
Soy mujer desde 1976, enfermera desde hace 21 años, madre desde hace 15 y paciente COVID-19 desde hace 5 meses. Durante mis 44 años de existencia he vivido muchas etapas, muchos cambios y varias crisis: mi primer novio, la ruptura, nuevo chico, una boda, dos partos con 18 meses de diferencia, una oposición a la que no entré por olvidar el DNI con 38 semanas de embarazo, varias muertes muy cercanas… y, hace 5 meses, contagiarme de coronavirus SARS – COV 2 y conseguir la etiqueta de paciente COVID-19.
Aunque, sin lugar a dudas, el estrés de la ruptura, el olvido de la documentación y las muertes de mis familiares me las hubiera ahorrado con gusto; lo que me gustaría no haber vivido ni estar viviendo es la experiencia con esta nueva enfermedad.
Pandemia significaba “reunión del pueblo” en su origen griego, curiosamente la COVID-19 considerada como tal, lo que mejor está consiguiendo es marcar distancias. Primero la distancia social, por precaución, para evitar contagios, no te acercas, no te tocas, casi ni te miras… desconfías de todo y de todos porque este virus, igual que todos sus congéneres, no se ve. Además, está la distancia con uno mismo, la distancia de yo conmigo; porque, este virus, este “bichito“, llega a conseguir que no te reconozcas en esa persona que ahora habita tu cuerpo y a la que, todos los demás, llaman por el nombre que estabas habituada a sentir como tuyo.
Desde hace 5 meses, yo no soy yo… o quizás sí, pero me siento lejos de mí. Mi cuerpo, cansado, con dolores extraños y desconocidos, con una recuperación irregular y en olas, sin fuerza para abrir un tapón, con tos y molestias en la garganta que no se marchan del todo, no es mi cuerpo; quiero que este virus me devuelva lo que me ha arrebatado sin permiso. Por otra parte, esta mente que me acompaña desde hace unos meses, lenta, irracional, con miedos, sin razonamientos ágiles, casi sin memoria; no es mi mente, esta persona… ¡No soy yo!
La COVID-19 está siendo la enfermedad de las dudas, del no saber, los enfermos somos conejillos de indias involuntarios porque todavía sabemos poco de esta enfermedad. Al describir nuestra vivencia vamos generando conocimientos sobre su comportamiento y sobre qué se puede o no esperar. Este desconocimiento supone una dificultad añadida para mí, que utilizo mis conocimientos como una herramienta para afrontar las dificultades. Como tratamiento para esta situación, me han recetado mucha paciencia, varias dosis; pero lamentablemente, cada vez que he ido a la farmacia, se había agotado.
La COVID-19 está siendo, al menos para mí, la enfermedad del miedo, bueno, del despertar de unos miedos que nunca había sentido: miedo a no recuperar mi estado anterior, miedo a no ser competente en mi trabajo, miedo, casi paralizante, a volver a contagiarme en mi trabajo. Un miedo que me preocupa y que hace que no me sienta yo; porque la yo que conozco, con la que he compartido estos 43 años, no tiene ese miedo tan irracional.
La COVID-19 es la enfermedad de la culpa. Culpa por haberme contagiado en el peor momento, mientras el número de contagios aumentaba y todas las manos eran necesarias. Culpa porque, las dos primeras semanas, estaba sólo regular, pero tenía el virus y no podía arrimar el hombro, mientras los casos no dejaban de aumentar. Culpa porque, si mi familia se contagiaba, sería por “traerme yo el virus del trabajo “. Culpa, a medida que pasaban los días, porque no era capaz de mejorar del todo. Culpa de disfrutar de los buenos momentos, de los ratos sin dolor, de empezar a usar mi mente con algo de agilidad, pero no ser capaz de volver a trabajar.
Y, ahora que parece que el SARS-COV 2 ha abandonado mi organismo, necesito que sus efectos también se vayan con él. Necesito olvidar el malestar de las primeras semanas, necesito olvidar la incertidumbre por no saber qué esperar, necesito olvidar el miedo a contagiar a los míos, necesito olvidar que me sentía inútil porque pensar era un esfuerzo inasumible, necesito olvidar la soledad y la necesidad de un abrazo, necesito olvidar que perdí la esperanza, que tuve dudas, que me sentí una loca y que, a veces, todavía siento que nunca volveré a ser yo.
Dentro de toda esta extraña experiencia, yo he tenido la suerte de contar con un gran equipo que me ha cuidado desde la distancia. La “presencia telefónica” de todas las personas integrantes del Equipo de Seguimiento Compartido Atención Hospitalaria (ESCAH) ha sido muy importante para no sentirme aislada, un caso único y extraño. Muchas de ellas son compañeras, tanto de profesión como de destino y, en mi caso, esa confianza ha sido un punto a mi favor; han sido mi apoyo, mis confidentes, las que han puesto sentido común cuando a mí no me quedaba… también tengo que agradecer el seguimiento facultativo, estando ahí y aceptando alguno de mis “caprichos “, pero siempre pendientes, incluso cuando yo creía que no era necesario.
Las llamadas de este equipo, me ayudaron a empezar a comprender y poder expresar con palabras una parte de todo lo que la COVID-19 ha ido despertando en mí. Me ayudaron a no sentirme sola ante la nueva enfermedad, a ver que no era un caso único ni raro, que había más personas como yo. Me hablaban de las experiencias de otros pacientes o de los estudios sobre algunos hallazgos, sobre estrategias y tratamientos para mejorar los síntomas. Este equipo me ha cuidado, desde la distancia, pero han estado presentes; han estado ahí.
He aprendido que se puede acompañar en la distancia, el ESCAH ha sido un buen ejemplo. He aprendido que se puede estar unidos y juntos, aún sin tocarnos, como en los aplausos de las ocho. He aprendido que el móvil y el ordenador no siempre suponen aislamiento, sino que a veces, sirven para acercar y para cuidar. He aprendido que saber que no soy la única persona que se siente “diferente” con esta enfermedad, me produce calma y me ayuda a seguir teniendo paciencia y esperanza.
Siendo paciente COVID-19 he aprendido que, compartir saber y experiencias, y justo en el momento en que se generan, es vital cuando nadie sabe mucho. Porque mis escasos conocimientos o vivencias, en este caso, unidos a los de otras personas, harán mucho y serán útiles para muchos.
Así que, quizás esta COVID-19 sí sea una pandemia, tal y como los griegos la entendían… Finalmente sí ha reunido al pueblo; sí, gracias a esas “nuevas tecnologías“ hemos podido mantener el contacto, cuidar y acompañar incluso en los momentos más duros del confinamiento. Reunidos en los aplausos de las ocho, que reconocieron el valor de la salud, que el dinero no la compra pero que es necesario para mantenerla. Reunidos en las ventanas, para compartir un rato de música… Igual sí, a lo mejor sí es una pandemia… igual ha conseguido reunirnos para darnos cuenta de lo que es realmente importante.
Quizás el SARS COV-2 sí se merezca ser llamado pandemia, porque ha logrado “reunir“ muchas mentes, cada uno en una esquina del mundo y cada uno con sus escasos conocimientos del virus, para trabajar juntos, a pesar de la distancia física, para encontrar una cura para esta enfermedad
Igual el ver que este virus no distingue, que nos puede afectar a cualquier persona, que no es predecible y que, para contenerlo necesitamos estar juntos, es lo que justifica que lo llamemos pandemia, reunión del pueblo… ¡No eran sabios ni nada los griegos!

Cómo citar este documento
Quintana Jambrina, Mª Isabel. ¿Pandemia? Narrativas- Covid. Coviviendo [web en Ciberindex] 24 /09/2020. Disponible en: https://www.fundacionindex.com/fi/?page_id=1778

Volver a Sumario de narrativas
Elabora tu propia narrativa

2 comentarios en “¿Pandemia?

  1. Me ha encantado con la serenidad y al mismo tiempo la delicadeza de como trata el tema tanto personal como profesional.
    Una reflexión muy sana tranquila y esperanzadora.
    Enhorabuena, y ojalá la recuperación sea total.

  2. Sabemos el esfuerzo y dedicación de todos vosotros y en especial el tuyo.
    Animo todo saldrá bien, te mando ese abrazo q tanto añoras.

Responder a loly Jambrina Panero Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *