Último día de mayo, han pasado muchas cosas en los últimos meses, COVID-19, confinamiento, miedo, incertidumbre…, desde hace un mes quiero escribir sobre el tema del duelo en estos momentos, lo que he vivido en el trabajo, en mi vida personal, con mi gente. Llevo retrasándolo, aunque quiero hacerlo, quizás sea porque aquello que te remueve por dentro, lo pospones consciente o inconscientemente. Puede que si hubiese hablado del duelo hace un mes o dos meses, habría sido diferente, en toda la vorágine, con el miedo en su máxima expresión. Ahora lo veo más a lo lejos, y creo que la perspectiva es positiva para valorar lo vivido y lo aprendido. Duelos vividos en este tiempo.

La primera muerte por COVID-19 de una persona que conozco desde hace más de diez años. Hay varios duelos a la vez, el producido por la muerte, lo que supone morir en estos tiempos, solo, sin despedirse de su familia. El cambio en los ritos de despedida, no se pueden hacer como antes, ha cambiado todo en menos de una semana. Y a la vez, yo también en duelo, por todos los cambios en tan poco tiempo, la forma de atención es diferente, pasa a ser telefónica, no te puedes acercar a dar la mano, el pésame por teléfono. Mucha angustia y a la vez, me siento satisfecha del contacto, aunque sea telefónico, del hecho de estar ahí.

En estos momentos más que nunca, es importante la atención al duelo, yo diría que imprescindible, ¿se puede aliviar tanto dolor? ¿qué podemos hacer como enfermeras?, el hecho de estar ahí, nuestra presencia y nuestra actitud de escucha son nuestras intervenciones principales. Escuchar para que esos familiares puedan expresar sus sentimientos, para que sepan de nuestra presencia. Esa intervención en sí misma es la atención al duelo. El dolor que sienten no se puede aliviar en una conversación, pero el hecho de que lo puedan compartir con su enfermera les puede ayudar en ese proceso que acaba de comenzar tras la pérdida. Y seguimos con otros duelos, personas que han muerto por otros problemas de salud, no por COVID-19. Atendiéndoles para que la atención en esos últimos momentos sea la más adecuada, con las mejores medidas de confort, evitando sufrimientos. Escuchando a la familia, atendiendo sus demandas y reforzando su decisión de que sus seres queridos mueran junto a ellos. Tampoco se pueden realizar los ritos funerarios como antes, las despedidas son muy diferentes, los enterramientos…, me hablan de frialdad, no pueden abrazarse con sus seres queridos, sólo se permite un número de personas, no se ha podido celebrar la misa…, esto me muestra la importancia de la despedida, cada uno según nuestras creencias, ha sido todo tan rápido que no nos hemos podido adaptar a esta nueva situación.

Cada persona tendrá que elaborar su propia despedida, se posponen los ritos habituales, se cambian. Todo esto hará que los procesos de duelo se alarguen, y no puede considerarse patológico, sino normal ante la nueva situación, hay que cambiar nuestros conceptos sobre el proceso de duelo y su duración y dar tiempo para el adiós. El duelo de gente cercana, de amigos que han tenido pérdidas de seres queridos. Y aunque la relación es diferente, más implicación emocional, más cercanía. Hago lo mismo, que sepan que estoy ahí, escucharlos, facilitar que expresen cómo se sienten. Sé que así les puedo apoyar en su proceso. Y mi propio duelo, todos los cambios en estos meses, el confinamiento, los cambios en la relación con la familia, amigos, compañeros…, la vida me ha cambiado y se valoran más otras cosas, los pequeños detalles del día a día, se disfrutan más las cosas simples: estar en casa, cocinar, leer, escuchar a los pájaros…, y una cosa que he aprendido es a valorar la presencia de la gente a la que quiero y me quiere. Esa presencia no tiene por qué ser física, es la presencia de la gente que sabes que está ahí, aunque no estén físicamente contigo. Algo invisible, y lo más importante algo que se siente. Hace que no te sientas sola, porque sabes que hay gente que está de forma incondicional.

Mucha energía en estos meses, me he sentido cansada en ocasiones y también satisfecha por mi trabajo y por seguir con la atención al duelo de estas personas que han sufrido la pérdida de sus familiares. Mucho aprendizaje, era necesario empatizar, escuchar a la gente con ese dolor, con esa sensación de vacío que se produce cuando se muere alguien muy querido. Como dice una amiga sabia, la atención al duelo significa adaptarnos o aprender a vivir con ese vacío, no quererlo llenar con algo superfluo, no sirve, ese vacío no se puede llenar, es el vacío de un padre, una madre, es imposible llenarlo. Hemos aprendido unos de otros. Convencida de la necesidad de seguir con esta atención basada en la presencia como enfermera, potenciando la escucha, facilitando que expresen sus sentimientos y quitando importancia al tiempo. No queramos estar bien de hoy para mañana, no nos pongamos plazos, no nos pongamos límites. Es cuestión de fluir, de sentir, de compartir y de ser más en nuestra esencia. Algo que también he recibido en estos meses, son las gracias de estos familiares por llamarlos, atenderlos y escucharlos. Qué gran valor tienen esas GRACIAS, personas con ese dolor que son capaces de DAR, esto nos muestra lo más importante del SER HUMANO con mayúsculas, como ante situaciones de gran dolor podemos también ser agradecidos, es la mejora manera de valorar el trabajo realizado. Yo con esta narrativa, también quiero darles las gracias a todos. GRACIAS por compartir esos momentos de dolor conmigo, coger el teléfono, responder a mis preguntas y por darme las gracias. GRACIAS a todas esas personas.

Cómo citar este documento
Gómez-Escalonilla Lorenzo, Soledad. Presencia y Escucha en la Atención al Duelo.Narrativas- Covid. Coviviendo [web en Ciberindex] 30/05/2020. Disponible en: https://www.fundacionindex.com/fi/?page_id=1438

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