Nuestras vidas se paralizan, pero el mundo sigue girando.

“La vida tal y como la conocemos puede dar un cambio de 180 grados en cualquier momento, aprovechémosla”.

Cristina Fernández García
Estudiante de Enfermería. San Juan de Dios, Sevilla, España.

Todos/as hemos pasado unas semanas duras y diferentes en las que hemos tenido que desarrollar nuestra capacidad de adaptación y paciencia más que nunca. Al principio recuerdo que tanto mis amigos como mi familia nos lo tomamos con mucho humor, “esto es surrealista” decíamos riendo, estas dos semanas podemos aprovechar para hacer todas las cosas atrasadas que tenemos o aquellas para las que nunca hay tiempo, como limpieza de armario, pintar un cuadro o ver todas las películas de Harry Potter seguidas. Dentro del horror que ocurría fuera de las paredes de nuestro hogar, no nos pareció demasiado tener que aguantar dos semanas de cautiverio.

La cosa para mi cambió cuando prorrogaron dos semanas la cuarentena, y después dos semanas más, comencé a agobiarme, sentía una fuerte necesidad de salir, poder correr, sentir el sol, el aire, sentirme libre de nuevo. Venía a mi mente el recuerdo que tenía de niña de los animales del zoo, ese león enjaulado sin poder correr, trepar, cazar, dando vueltas en bucle sobre sí mismo, me sentía justo así. Los días comenzaron a pisarse, los confundía, me costaba diferenciar que ocurrió ayer de lo que sucedió hace una semana, perdí un poco la noción del tiempo. A pesar de esa enorme sensación de “claustrofobia” intenté estar lo mas serena que pude e invertir mi tiempo en cosas prácticas, ya que no podía liberar mi cuerpo al menos podía liberar mi mente, yo por ejemplo he leído mucho, muchísimo, todo libro que me encontraba y me resultaba interesante lo apilaba en mi cuarto para comenzarlo nada mas terminar el que estaba leyendo. El deporte también ha sido para mí un gran aliado, todas las tardes dedicaba una hora a moverme, he probado todo tipo de actividad, aunque lo que más me gustaba era el yoga, el simple hecho de estirar mis músculos y ligamentos tras estar todo el día sentada me hacía sentir mejor.

En cuanto a mi familia, han estado todos bien, agobiados al igual que yo. Éramos 6 en casa: mi madre, mi hermano, mis dos sobrinos pequeños y yo. La sexta persona era mi hermana que iba y venía, ella ha trabajado el la UCI del Hospital V. Rocío con los COVID-19, y cada vez que venía y contaba el caos que reinaba en los hospitales, una sensación desesperanzadora invadía mi cuerpo, parecía que el encierro no servía, no paraban de subir los casos, los sanitarios saturados, todos cansados de estar encerrados, a veces he sentido que esto no iba a tener fin y me desmotivaba mucho, lo que se ha reflejado en mis tareas universitarias, me costaba concentrarme, pues no encontraba reconfortante en esos momentos sentarme a estudiar. Desde el punto de vista social, algo que me ha gustado mucho de esta cuarentena es la unión entre las personas, en mi barrio todos los días había un vecino que hacia de DJ, ponía canciones y todos los vecinos salíamos a nuestros balcones a bailar, cantar y aplaudir, gracias a personas así el confinamiento ha sido más divertido y ameno, un poquito de alegría a pesar de la todo. He visto a la gente más comprensiva con los demás, más humana, aunque temo que eso dure poco ya que nuestra sociedad tiene una capacidad alucinante para olvidarse de todo. Es cierto que todo tiene su cara B, y en este caso también ha estado presente cuando la gente arrasaba víveres en los supermercados, los oportunistas han crecido como la espuma buscando hacerse de oro a base del miedo y la necesidad de los demás, las noticias falsas volaban velozmente por las redes, y muchos han utilizado esta crisis como arma arrojadiza contra un gobierno de izquierdas sin ver que solo avivan la llama de una guerra que únicamente trajo violencia y dolor, no obstante, he sentido más humanidad que nunca y me quedo con eso.

Es irónico que esta cuarentena haya servido para afianzar relaciones, he hablado con mucha gente que llevaba tiempo sin ver, hemos hecho videollamadas, hablado de mil cosas, nos hemos unido en general. Me ha gustado esa parte de la pandemia, aunque te hace pensar: ¿Realmente hace falta una pandemia mundial para que volvamos a hablar? ¿Por qué no lo hacemos en nuestro día a día? ¿Hasta qué punto es por falta de tiempo? Esta pandemia ha supuesto un parón en nuestras vidas, pero el mundo ha seguido girando, la vida continua con o sin nosotros, y a veces es necesario un parón para reflexionar, practicar la introspección, retomar contactos y está bien. Creo que a todos como sociedad nos hacia falta un parón así para darnos cuenta de lo verdaderamente importante en nuestras vidas, hay cosas que he hecho esta cuarentena y me han hecho replantearme que debería continuar haciéndolas cuando todo pase porque me llenan, me hacen feliz, me ilusionan, hemos estado encerrados, pero era una oportunidad para iniciar nuevos proyectos personales.

Desde la perspectiva de futura enfermera que soy, he de decir que la situación impone mucho, pero aun así me hubiese encantado poder ayudar, el haber anulado las prácticas creo que ha sido un error al menos para los estudiantes de 4º, ya que hubiésemos aprendido muchísimo y en cuestión de semanas mis compañeros y yo seremos enfermeros y vamos a tener que enfrentarnos a esto. Eso me preocupa porque no hemos podido participar y aprender de esta crisis sanitaria a nivel profesional, la hemos vivido y aprendido como ciudadanos, pero difiere mucho de la realidad. Como dije al principio, han sido unas semanas muy duras y diferentes para todos/as, hay gente que ha perdido sus puestos de trabajo, no han tenido ingresos y la cuarentena para ellos ha sido el triple de difícil, creo que en general todos hemos sacado un gran aprendizaje de estos días que marcarán la historia de la humanidad y de nuestras vidas. Yo personalmente, gracias a esta pandemia he pasado más tiempo con mi familia, hemos hecho cosas juntos, nos hemos reído, también hemos tenido momentos de tensión, pero algo inevitable al fin y al cabo por la situación que hemos vivido. Ahora parece que estamos volviendo a la normalidad, la nueva normalidad, en la que aun no hay cabida para abrazos y besos, donde las sonrisas hay que imaginarlas debajo de una mascarilla o ir a ver a tus familiares de otras ciudades es todavía un imposible. Sin embargo y aunque haya un repunte, estoy segura de que saldremos de esta, más fortalecidos que nunca tanto individualmente como sociedad, espero también que España y la humanidad en general no olviden quienes estuvieron al pie del cañón, jugándose su salud por la de los demás, trabajando con miedo e incertidumbre, mientras todos estábamos encerrados y viendo la realidad a través de un móvil o un televisor.

Esta crisis debe servir para valorar la importancia de la sanidad pública, sin salud no hay bienestar de ningún tipo y eso frecuentemente se olvida hasta que lo perdemos. Desgraciadamente tenemos esa tendencia de aprender a base de palos, ni siquiera cuando le vemos las orejas al lobo, sino cuando ya ha mordido. Tras esta etapa creo que todos deberíamos disfrutar más de las pequeñas cosas, creo que la vida se compone de pequeños momentos que vamos guardando como grandes tesoros, pasar más tiempo con la gente que queremos, disfrutar el sol, el canto de los pájaros cuando despiertas por la mañana, la música y el arte que tan presentes han estado esta cuarentena, al menos en mi caso, disfrutar más en general, esta pandemia nos ha dado una importante lección: La vida tal y como la conocemos puede dar un cambio de 180 grados en cualquier momento, aprovechémosla.

Cómo citar este documento
Fernández García, Cristina. Nuestras vidas se paralizan, pero el mundo sigue girando. Narrativas- Covid. Coviviendo [web en Ciberindex], 30/05/2020. Disponible en: https://www.fundacionindex.com/fi/?page_id=1430

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