Las ganas siempre superarán al miedo.

“Es el cuidar como algo innato en ti, incluso cuando esto significa poder entregar tu vida por ello”

Clara Vivar de Soto
Estudiante de Enfermería. Centro de estudios de Enfermería San Juan de Dios, Sevilla, España.

Lunes, 2 de marzo. Llevo prácticamente un mes de prácticas en el servicio de urgencias y escucho a uno de los médicos comentando con una de las enfermeras la nueva enfermedad que afecta a China. “Lo están relacionando con una sopa de murciélago, normal con la de cosas raras que comen allí, esto tenía que pasar algún día” le dice uno al otro, y a continuación, nos reímos del comentario.

Jueves, 5 de marzo. Llega la supervisora. Nos deja dos copias de una nueva clasificación para el triage: ¿A estado en el último mes en alguno de estos países? ¿Ha presentado fiebre, disnea o tos? A continuación, nos acercan dos cajas de mascarillas quirúrgicas, diciéndonos que las usemos si viene algún paciente con tos o fiebre y que queda terminantemente prohibido repartirla entre los pacientes o cualquiera que no sea trabajador de allí. Seguimos sin creernos que esa enfermedad, que ahora sabemos que se llama Coronavirus, vaya a llegar a España, es algo casi imposible.

Lunes, 9 de marzo. Convocan a todos los profesionales a una sala de reuniones para impartirles un “taller” de formación por esta enfermedad, y nos quedamos en el servicio, otro alumno de enfermería y yo junto a una enfermera que venía como apoyo mientras los demás estaban en ese taller. Casi al medio día llegan unos señores de mantenimiento que empiezan a transformar uno de los boxes, en lo más parecido que pueden a una habitación de aislamiento. Los escucho comentar, que durante el fin de semana tienen que levantar cuatro paredes de pladul en cada una de las plantas como separación para los pacientes que puedan ingresar positivos en coronavirus. “Qué exageración para una gripe un poco más complicada de lo normal” sigo pensando yo. Esa misma noche, nos comunican desde la universidad que no podemos volver a las prácticas hasta nueva orden. “Supongo que durará un par de semanas porque no va a ser rentable para nadie a largo plazo”, le digo a mis padres.

El día 12 y 13 fui a la universidad, total, ya que no iba a las prácticas, podría aprovechar el tiempo en hacer el trabajo de fin de grado que era lo único que me quedaba pendiente. Me despierta una llamada de mi madre el día 14, diciéndome que por favor no salga ni para ir a la universidad. Y ese fin de semana, el gobierno empieza con el estado de alarma y los primeros 15 días de confinación. Así, fue como en tan solo una semana, algo tan sencillamente complejo, transformó nuestra vida con un giro de 180º. Personalmente, hasta que no pasaron al menos las 2 primeras semanas, no empecé a asimilar de verdad lo que estaba ocurriendo, estuve en shock. Tras este estado de shock vino un estado de alarma constante en mí, si me asomaba a la ventana y veía a alguien, empezaba a generarme gran ansiedad, no paraba de darle vueltas a las cosas, sentía que estábamos viviendo en una película. Empezaron a comentar en todas las redes que iban a empezar a contratar a los estudiantes de cuarto porque no había personal suficiente, ya que, las cifras de fallecidos y contagiados seguían aumentando cada día, estando dentro de estos números, los profesionales sanitarios. A la vez, los medios estaban bombardeándonos las 24 horas solo con noticias de la enfermedad, de los fallecidos, de los contagiados, de otro país más que caía.

Empiezo a pensar “¿cómo nos están enviando a una guerra sin material suficiente? ¿cómo lo vamos a hacer si nos contratan y al volver a casa contagiamos a alguno de nuestros familiares?”. Porque esto, ya se había convertido en una guerra en la que mis futuros compañeros se la estaban jugando sin tener la oportunidad de poder defenderse adecuadamente. Fue en este momento, en el que, por un minuto, sentí miedo de verdad, pensando “es que, si me contratan, yo no quiero contagiar a nadie y menos a mi familia”, y sin embargo, un minuto después me entró pánico por un motivo totalmente diferente: “¿y si no puedo ayudar a nadie, no puedo echar una mano a mis otros compañeros? ¿Y si estoy aquí sin hacer nada sabiendo que puedo ayudarlos de alguna manera?”.

Las ganas que tenía y tengo de ayudar siempre serán infinitamente superior al poco de miedo que pueda tener. Había pasado en apenas dos semanas, de estar preocupada por la fiesta de fin de carrera y por el TFG, a estar preocupada en hacer todo lo que estuviera en mis manos para ayudar en lo que pudiera a quien pudiera. Me confiné el 14 de marzo y sigo en el mismo estado, estuve informando de las medidas que implantaba el gobierno, difundía la información a través de mis redes, incluso desmentía algunos bulos que circulaban a través de Whatsapp, entre otras cosas, y creo que, aunque sea poco, he intentado ayudar en todo lo que ha estado bajo mi control. Desde marzo, tengo la sensación, de que la mayoría estamos con los sentimientos a flor de piel. Muchas tardes, sobre todo al principio, me he emocionado mucho aplaudiendo por las tardes, cuando veía notas en ascensores de comunidades de vecinos que ofrecían su ayuda a otros, viendo en la tele cómo aplaudían a los pacientes que estaban siendo dados de alta y muchas situaciones más.

Ahora, en mayo, podemos salir con una serie de medidas estrictas, como la distancia social, y en horarios concretos, y empiezo a ver, que las redes se inundan de fotos de grupos, con besos y abrazos entre personas que no se han visto durante estos 3 meses. Yo solo pienso en que o no hemos entendido nada o el egocentrismo nos puede más, y a mí se me cae la cara de vergüenza sabiendo las miles de personas que han fallecido sin poder despedirse de su familia, la cantidad de profesionales contagiados por estar ejerciendo su profesión, que expusieron día tras día su salud por querer cuidar hasta el último momento a otros, a personas que no conocían, mientras que un tanto por ciento de la población, se dedica a saltarse las medidas con otras personas con las que han podido contactar a través de cualquier dispositivo.

De estos tres meses, personalmente saco tres conclusiones: La primera, es que al final, los ciudadanos de a pie, cuyas profesiones han sido ninguneadas anteriormente, son los que poco a poco nos están sacando del hoyo donde nos ha metido el Covid-19. Al final, es el pueblo quien salva al pueblo. La segunda, es que me da más miedo la falta de humanidad, el egoísmo y la irresponsabilidad de cierta parte de la sociedad que cualquier virus. Y la tercera, es que la enfermería es más que una profesión. Es el cuidar como algo innato en ti, incluso cuando esto significa poder entregar tu vida por ello.

Cómo citar este documento
Vivar de Soto, Clara. Las ganas siempre superarán al miedo. Narrativas-Covid. Coviviendo [web en Ciberindex], 16/05/2020. Disponible en: https://www.fundacionindex.com/fi/?page_id=1093

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