Ser estudiante de enfermería en tiempos de coronavirus.

“Quizás que el mundo se haya parado también nos ha servido para pensar a dónde vamos siempre tan deprisa”

Lourdes Cabello Huertas
Estudiante de Enfermería. San Juan de Dios, Bormujos, Sevilla, España.

Hace algunos meses, los medios de comunicación nos contaban que un virus muy contagioso había invadido China. Sin embargo, a nadie parecía preocuparle mucho, ya que todos pensábamos que este país estaba lo suficientemente preparado y que, además, era prácticamente imposible que el virus llegara a España. Esto relajó a mucha gente. Mientras que los telediarios informaban sobre este problema, surgieron cientos de bromas entre amigos acerca de esta famosa enfermedad, de ahí expresiones como ‘’acabas de estornudar, no te acerques que seguro que estas infectado’’, ‘’dicen que si esto sigue así podríamos quedarnos sin Semana Santa, vaya tontería…’’, ‘’ ¿os imagináis que nos dejaran confinados en casa? no aguantaríamos ni dos días’’, entre muchas otras. Sin embargo, con el paso del tiempo, lo que parecía un virus al que nadie temía empezó a ser el motivo por el que la gente corría desesperada a los supermercados haciendo compras devastadoras, se agotaban las mascarillas, los guantes, los desinfectantes… Aparecían los primeros casos en España y todos empezábamos a ser conscientes de que esto, quizás, estaba más cerca de lo que creíamos en un principio. Fue entonces cuando recibimos la noticia: las prácticas quedaban suspendidas. La verdad es que, en ese momento, a algunos no nos pareció tan mala idea, pues serían un par de días que nos servirían para descansar, como unas pequeñas vacaciones, y pronto las cosas volverían a la normalidad, pues ‘’solo había un par de casos que no tardarían en resolverse’’.

Unos días después, en las noticias nos informaban de que el número de contagios había subido, que los fallecimientos aumentaban y que no había medios suficientes para parar a este virus desconocido que había llegado de repente y del que no sabíamos a penas nada. Entonces comenzó el inicio del estado de alarma. Muchos estudiantes, al no residir en la ciudad, tuvimos que hacer las maletas rápidamente para poder volver a nuestras casas. Sin duda, la pregunta más sonada en el grupo de WhatsApp de enfermería fue: y ahora, ¿qué pasa con las prácticas? No sabíamos nada… ¿Qué pasaría con el título para el que todos habíamos estudiado tanto estos años?, ¿retomaríamos las clases?, ¿podríamos volver a la universidad? Un sinfín de cuestiones a las que nadie podía respondernos con certeza. Más tarde, empezaron a hablarnos sobre la posibilidad de que nos llamaran para ayudar ante la catástrofe creada en los hospitales y la saturación del sistema sanitario y de los profesionales. A pesar de que somos alumnos de cuarto curso de enfermería y tenemos muchos conocimientos adquiridos después de las prácticas realizadas durante estos años, todos nos poníamos un poco nerviosos al pensar en la situación, ya que, aunque sabíamos que solo nos quedaba un paso para ser enfermeros y obtener nuestro título oficial, ninguno esperábamos que el momento pudiera llegar tan pronto. Sin embargo, esto no nos hizo desistir ni huir, ya que casi todos tendimos nuestra mano y nos ofrecimos como una posible ayuda ante esta gran pandemia.

Los días seguían pasando y las noticias no llegaban. El número de muertos aumentaba cada día y la situación no era fácil de sobrellevar. De repente, todo el sistema establecido tenía que cambiar, no había nada planeado, nadie estaba preparado para esto porque el coronavirus siempre había sido ‘’una enfermedad sin importancia’’. La verdad es que nunca nadie pensó vivir una experiencia así. Nunca imaginamos no poder abrazar a nuestro abuelo en su ochenta cumpleaños, no ver cómo nacía nuestra sobrina, no poder reunirnos con nuestros amigos o, simplemente, tener prohibido salir a pasear por la playa durante un día soleado. Nadie esperaba que no podríamos ir a darle un último adiós a nuestros familiares, que no habría ferias, ni verbenas, ni semana santa o que tendríamos que posponer bodas, viajes e incluso reencuentros.

Después de dos largos meses de incertidumbre, de falta de material, de no tener suficientes respiradores, de UCIS completamente llenas, de profesionales agotados física y mentalmente, de miles de personas derrotadas por la enfermedad, de familias que han perdido a seres queridos, hoy parece que empezamos a ver el final de este largo viaje, después del que nada será como antes, ni tampoco nadie saldrá como entró. Quizás que el mundo se haya parado también nos ha servido para pensar a dónde vamos siempre tan deprisa. Hemos aprendido la importancia de un beso o un abrazo y, sin duda, estoy segura de que, el día que podamos, daremos muchísimos más que antes. Otros han entendido que, a veces, el lugar es lo de menos, que sentados en el bar de la esquina hablando con nuestros amigos durante horas también somos muy felices y que, a veces, la distancia también te demuestra lo mucho que te importan algunas personas. Nos ha servido para pasar más tiempo con la familia, porque tenemos tantas cosas que hacer que, muchas veces, nos olvidamos de lo que es realmente importante. Y también para darnos cuenta de que las cosas más insignificantes, esas que solemos pasar por alto, son las que más hemos echado de menos.

Con respecto a nosotros, los estudiantes, también nos hemos perdido muchas cosas. Nunca imaginamos que no podríamos llegar a graduarnos después de cuatro largos años de esfuerzo, después de tantas clases interminables, de millones de trabajos, de infinitas horas de estudio que no siempre tenían recompensa, de exámenes de cientos de páginas, de agobios o de tantos planes que nos hemos perdido por tener que estudiar. Nos hemos quedado sin nuestro soñado viaje de fin de curso, sin realizar nuestras últimas prácticas y, con ello, sin la posibilidad de adquirir muchos de los conocimientos que necesitaremos a la hora de enfrentarnos a nuestro futuro. Hemos tenido que adaptarnos a una enseñanza virtual, a ver a nuestros profesores a través de una pantalla e incluso a exponer nuestro TFG ante un tribunal que está detrás del ordenador. A nosotros esta enfermedad nos ha robado nuestro último año, nuestra ilusión de los últimos meses siendo estudiantes de enfermería y los últimos días disfrutando con nuestros compañeros. Sin embargo, aunque esto nos haya privado del aprendizaje de muchas técnicas, hemos ganado en otros aspectos que, muchas veces, son aún más importantes: ahora sabemos que tenemos una suerte inmensa con nuestra profesión. No solo salvamos, sino que curamos, aliviamos, acompañamos y sostenemos a aquellos que ya no pueden hacerlo por sí mismos. Hemos aprendido que en nuestra profesión hay héroes que no llevan capa, que en nuestras manos pueden estar cientos de vidas de personas y, sobre todo, no olvidaremos nunca lo importante que es ser enfermeros.

Cómo citar este documento
Cabello Huertas, Lourdes. Ser estudiante de enfermería en tiempos de coronavirus. [web en Ciberindex], 16/05/2020. Disponible en:  https://www.fundacionindex.com/fi/?page_id=1070

 Volver a Sumario de narrativas
Elabora tu propia narrativa

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *